Godard, mom amour, de Michel Hazanavicius
Por Gustavo Castagna
Mis disculpas para el lector de estas líneas pero recurriré a la primera persona en varias zonas de la nota.
Di varias vueltas y pensé más de una vez cómo empezar estos 3400 caracteres de Godard, mon amour de Michel Hazanavicius, el responsable de ese bofe estético oscarizado llamado El artista.
Pues bien: se está frente a un imbécil del cine, un cineasta de limitada capacidad neuronal para transmitir algo interesante en imágenes, una idea original, un atisbo de inteligencia por el bien de la historia del cine. Aclaro de entrada: no me molesta que ridiculice a Godard y lo muestre como un tarado, un misógino, un adolescente tardío que en una escena de sexo oral con su mujer sigue pensando sobre la importancia de la Revolución China de Mao.
El problema más grave es la relectura que MH hace de aquel Godard comprometido con la política y el mundo, con el inminente Mayo Francés, con su visión nueva sobre el cine que desprecia a su etapa anterior (iniciada con Sin aliento) en medio de su historia de amor con la joven actriz Anne Wiazemsky, luego del divorciarse de Anna Karina. Justamente, este producto fílmico que parece guionado por los creadores de Rebelde Way junto a la mirada superficial de los 70 revisada por los 90 que tenía el biopic local sobre Tanguito, parte del libro de memorias de la actriz, fallecida no hace menos de un año.
MH cree que recrear el mundo de Godard es copiar groseramente la textura, los colores y algunas acciones de los personajes de Pierrot, el loco, El desprecio (mostrando a Stacy Martin –AW- tomando sol desnuda como Briggite Bardot en el clásico de Godard) y La chinoise, invocar casi cinco minutos Sin aliento, ofrecer a un personaje central que parece salido de una comedia slapstick por su torpeza y, por si fuera poco, disparando frases que se convierten en aforismos políticos dignos de graffitis creados por iniciados en el tema. En fin, MH confía en que se puede transmitir el desconcierto ideológico de un burgués a pleno como Godard mostrándolo en playas paradisíacas mientras es repudiado en ambientes universitarios o se dedica a hacer chistes y decir ironías de adolescente “comprometido” con el maoísmo sesentista que tanto cautivó a la burguesía gala.
Pero creo que MH no es el único responsable de semejante desmadre pseudoadolescente sobre un emblema del cine, un artista de dos siglos que aun sigue en actividad. Creo que se trata del ajuste de cuentas tardío de una buena parte de la cofradía cinematográfica francesa que desprecia a Godard, encabezada por otro cineasta menos que discreto como Bertrand Tavernier (ojo, en comparación, acabo de citar a un genio) y de un grupo de adláteres anti-Nouvelle Vague y anti-Cahiers du Cinéma que aun existen y siguen haciendo algo parecido al cine. En lo personal hubiera preferido que un irresponsable, engreído y aun veinteañero como Xavier Dolan construyera su versión de Godard en lugar del casi nulo reciclador del cine silente.
Al fin y al cabo, así como Godard presenta su nuevo trabajo en estos días en el Festival de Cannes, no creo que dentro de veinte años o más la obra de Michel Hazanavicius merezca una retrospectiva.
Posdata final: Louis Garrel y Stacy Martin convencen con sus interpretaciones dentro del tono dietético y lavadito que propone la película. A propósito, me gustaría conocer la opinión de Philippe Garrel sobre tan particular biopic de dos años de la vida y la obra de JLG.
GODARD, MOM AMOUR
Le redoutable. Francia, 2017. Dirección: Michel Hazanavicius. Guión: M. Hazanavicius sobre el libro de memorias de Anne Wiazemsky. Producción: Florence Gastaud, Michel Hazanavicius, Riad Sattouf. Fotografía: Guillaume Schiffman. Montaje: Anne-Sophie Bion, Michel Hazanavicius. Con: Louis Garrel, Stacy Martin, Bérénice Bejo, Grégory Gadebois. Duración: 107 minutos.