Al fin una interpretación occidental que le hace justicia a un personaje legendario del genero Kaiju japonés. Un filme repleto de acción, donde los personajes humanos no invaden el real protagonismo de los Kaijus. Una película donde no solo se hace uso de otros personajes de Toho, sino que tiene referencias que a los cultores del género no se le van a escapar y sentirán a esta producción como la película occidental de Godzilla más solida que hay.
Luego de su primera película en 2014, Godzilla regresa al cine en una segunda parte que a su vez conforma el tercer film de lo que Legendary Pictures dio a conocer como el Monsterverse, antecedido por Kong: Skull Island. En dicho universo conocemos a Monarch, una organización secreta que estudia a los Titanes, para prevenir su aparición o llegado el caso, combatir la amenaza. Esta “moda” iniciada por Marvel Studios para generar un universo cohesionado entre películas es una movida jugada y para nada fácil. Puede salir bien como es el caso de Marvel, o puede salir pésimo como en DC o directamente morir en su debut como el ambicioso Dark Universe de Universal Pictures con La Momia en 2017.
Dicho esto, el Monsterverse sigue avanzando de manera lenta pero sólida. Cada nueva entrega es un punto más arriba en la apuesta, comenzando con una correcta y más fiel encarnación que la de 1998 de Godzilla dirigida por Gareth Edwards, para luego seguir con una película de acción en un contexto bélico en Kong: Skull Island, redefiniendo al mítico gorila y además sumándolo al universo compartido.
Todo este camino nos trae a 2019 y al estreno del nuevo film protagonizado por Godzilla, pero esta vez con adiciones al cast de Kaijus, y no randoms como los MUTO, los cuales fueron inventados para la primera entrega del 2014. Esta vez Legendary adquirió los derechos de Mothra, Rodan y King Ghidorah de la productora nipona Toho, dejando todo servido para una lucha épica de Godzilla contra sus otros rivales, como en los originales japoneses, los que fundaron las bases del género Daikaiju.
Luego de Godzilla y su lucha contra los muto en 2014, la agencia Monarch sale a la luz y su papel para evitar tales desastres se pone en tela de juicio. La agencia se defiende y alega que puede evitar futuros ataques, todo gracias a un aparato desarrollado por la científica Emma Russell (Vera Farmiga) con el cual puede replicar frecuencias sonoras y así llegar a un entendimiento con los Titanes que están latentes en todo el planeta. Pero todo termina complicándose cuando un comando eco-terrorista comandado por el ex militar Alan Jonah (Charles Dance) secuestra a la científica, su invento y a su hija Madison (Millie Bobby Brown) para despertar a todos los Titanes y que La Tierra recupere su equilibrio natural.
Monarch tiene el tiempo contado para enfrentarse a este grupo eco terrorista y recuperar el aparato, ya que los Titanes despiertan y una lucha entre ellos por la supremacía alfa comienza. Es en ese punto donde Godzilla vuelve a la acción y la extinción de la raza humana depende del resultado de esta lucha entre los Titanes que arrasa con todo a su paso.
Más allá de que el papel de Millie Bobby Brown es presentado como el protagonista, hay otros personajes con peso en la historia, como el de Sally Hawkins y el gran Ken Watanabe volviendo a sus papeles como los científicos de Monarch: Vivienne Graham y Ishiro Serizawa. Los demás personajes cumplen su función de manera correcta sin invadir mucho la trama central de lo que se refiere a una película de este género.
Si a la peli de 2014 se le criticó que hacía más énfasis en las situaciones humanas y había poca acción Kaiju, Legendary tomó nota para dejar satisfechos a los fans del género en esta segunda parte. Su director Michael Dougherty, que tiene en su haber filmes como Krampus (2015) o la ya de culto Trick ‘r Treat (2007), plantea un film que sin dejar de lado el drama humano y las motivaciones de los protagonistas, hace que la estrella de la película sea finalmente Godzilla.
Las escenas de acción y peleas entre los Titanes son de carácter salvaje, no escatiman en destrucción o en planos donde veamos bien a los monstruos. En este aspecto es de destacar el trabajo de Motion Capture de T.J. Storm (Colossus en Deadpool) volviendo a interpretar al Rey.
Un punto a destacar es que King of Monsters abreva más en las fuentes, poniendo varias referencias o situaciones que remiten a los filmes originales japoneses de Godzilla (tanto de la era Showa o de la Heisei). El Oxygen Destroyer, La teoría de origen de Ghidora y el mismo personaje de Serizawa, son algunos de los easter eggs que no se le van a escapar a los cultores del género. Aunque el punto máximo y emocionante es escuchar que la música incidental compuesta por Bear McCreary recurre a la pieza musical original de Akira Ifukube de 1954 en los puntos más dramáticos del film. Si son fanáticos, se les va a poner la piel de gallina y alguna lágrima emocionada se va a escapar.
Si en Shin Godzilla (2016) el creador de Evangelion dirige una respuesta nipona a la interpretación un poco tibia de lo que era la acción de Godzilla de 2014; Michael Dougherty redobla la apuesta a niveles atómicos y le contesta. Acá los Kaijus no se ven como gente disfrazada o CGI poco dinámico. Acá los Kaijus son animales míticos y salvajes de dimensiones titánicas.
Después de Godzilla: El Rey de los Monstruos, el mundo del Monsterverse ya no será el mismo. Los Titanes volvieron a reclamar su lugar, está en la humanidad saber qué papel van a jugar, porque todo está preparado para que en 2020 el Gorila de la Isla Calavera cruce camino con el gran Lagarto, así que es vital quedarse después de los créditos.