Godzilla 2

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

EL IMAGINARIO SUPERANDO A LA HISTORIA

Si todo se tratara únicamente del despliegue visual y la espectacularidad en las escenas de acción, Godzilla II: el rey de los monstruos sería un entretenimiento más que aceptable. Pero claro, en el medio hay una necesidad –totalmente lógica y pertinente- de construir una historia, con sus conflictos y personajes, que se suma a otro requerimiento –con una lógica más propia del mercado-, que es la de sustentar una estructura más grande, correspondiente a una franquicia y un mundo cinematográfico más amplio. Allí es donde el film evidencia fallas que ya venían arrastrando sus predecesoras, Godzilla y Kong: la Isla Calavera.

En esta nueva entrega del universo de monstruos de Warner Bros., con Michael Dougherty a cargo de la dirección, se procura una expansión del mundo y la mitología de esas criaturas gigantescas, casi como dioses antiguos. Ahí lo tenemos entonces a Godzilla teniendo que enfrentarse a numerosos contrincantes, incluido el Rey Guidorah, una bestia de tres cabezas, mientras la agencia cripto-zoológica Monarch busca contener todo el asunto y debe lidiar con un grupo terrorista ecologista con sus propios planes. En paralelo, hay una científica (Vera Farmiga) que ha diseñado un sistema para comunicarse con estos seres prehistóricos, su ex marido (Kyle Chandler) que considera que ese invento es sumamente peligroso y la hija de ambos (Millie Bobby Brown). Todas estas subtramas se van entrecruzando y llevando a choques de potencias que ponen a la humanidad al borde de la extinción.

Al igual que sagas como Jurassic Park, Godzilla II: el rey de los monstruos es en el fondo un drama afectivo y familiar, que apuesta a que sea la mirada y las peripecias de lo humanos las que nos introduzcan a un mundo abismal que nos supera un poco en su despliegue. Pero es precisamente el factor humano el que falla, a pesar de que el film cuenta con un elenco excelente, donde también reaparecen nombres como Ken Watanabe, Sally Hawkins y David Strathairn, y se suman otros como Ziyi Zhan, Charles Dance y Bradley Whitford. No hay ningún personaje que genere una verdadera empatía o que presente una suma de conflictivos que esté enhebrada apropiadamente. En realidad, asistimos a una suma de estereotipos cuya única funcionalidad es explicar lo que está pasando o las leyendas que rodean a los monstruos: el ejemplo máximo es una escena donde el personaje de Farmiga explica sus motivaciones con un largo discurso –repleto de lugares comunes ambientalistas- al que encima le superpone imágenes como para que todo quede claro y no haya ningún tipo de confusiones. A lo sumo se puede destacar un par de actos sacrificiales donde solo el desempeño de los actores hace posible que sean secuencias mínimamente conmovedoras.

La única vía por la cual Godzilla II: el rey de los monstruos balancea su historia endeble y falta de humanidad es justamente por el lado de lo monstruoso. Por más que solo se dedica a reproducir un imaginario que ya venía construido de antemano, es innegable que el trabajo estético de la película es impactante desde su hábil combinación de lo bello y terrorífico. Esa galería de seres grandiosos y destructivos, con enfrentamientos propios de los dioses griegos en los que incluso interviene lo pasional y en donde Godzilla juega un rol de héroe a su pesar, merecían un film más arriesgado desde su entramado narrativo. Todavía queda por delante ese gran choque final que promete ser Godzilla vs. Kong, pero mientras tanto, Godzilla II: el rey de los monstruos es un film con apenas un puñado de hallazgos visuales, pero sin mucho más para ofrecer.