¡VOLVIERON LOS TITANES! Estos terroríficos pero amigables monstruos regresaron para romper taquillas en plena pandemia.
Luego de los sucesos de “Godzilla 2”, el temible monstruo japonés vuelve a atacar y esto enciende las alarmas de las fuerzas armadas estadounidenses ¿Podrá King Kong ser la solución a este gran problema?
“Godzilla vs Kong” es la cuarta entrega del universo cinematográfico que construyó Warner en conjunto con Legendary en estos últimos años. Luego de “Godzilla” (2014), Kong: La Isla Calavera” (2017) y “Godzilla II: Rey de los monstruos” (2019) llega esta entrega definitiva donde ambos personajes se enfrentarán en un duelo extraordinario.
El film es sumamente simple, no da rodeos sobre tramas complicadas y constantemente avanza hacia un punto específico. Esto hace que el espectador no se distraiga ni saque la atención que debe darle a los dos personajes principales que son, sin dudas, la apuesta definitiva de los creadores de la saga.
La producción nos entrega todo lo que esperábamos, mucha acción, tremendas imágenes de lucha, edificios derribados y unos efectos especiales muy bien logrados. Todo esto es acompañado por una musicalización épica y con unos personajes humanos que tienen su cuota correcta en pantalla. Los puntos más importantes de esta historia nunca fueron los grandes diálogos ni las tramas sorpresivas o exuberantes. Lo importante siempre fue que Godzilla y King Kong se luzcan, que sean protagonistas estelares y puedan explotar todo su potencial en pantalla. Esto se logra muy bien. La película entretiene mucho, está en constante movimiento y no deja respiros.
La dirección de Adam Wingard es buena, aunque no es una historia a la que haya que exigirle demasiado, ya que está construida alrededor de unos personajes mitológicos, que, a pesar de su destrucción, generan mucho fanatismo en los espectadores. Es por esto que, a grandes rasgos, me parece una producción excelente con una historia correcta que está a la altura de lo que se esperaba.
Ideal para ver en una pantalla gigante junto a un abundante balde de pochoclos.
Por Leandro Gioia