Godzilla vs. Kong es uno de los títulos más directos posibles. Sin ninguna intención de ser misteriosa o evocativa, la película se centra en la batalla entre los dos titanes. Y es eso lo que sucede en el film, aunque la verdadera gran guerra detrás de la pelea titular sea la de la naturaleza contra los desbordes de la ambición humana.
La película de Adam Wingard cumple con lo que promete en términos de espectáculo de destrucción. Una edición muy rápida y movimientos de cámara ágiles en casi cada plano son las herramientas que utiliza el director para aumentar la adrenalina de las escenas de acción. Es probable que esta sea una decisión que tiene que ver con crear esa sensación con menor trabajo sobre los efectos visuales, pero no resulta tan satisfactorio como cuando en la secuencia de la batalla final se toma un poco más de tiempo, aún dentro del ritmo obligado para este tipo de películas en la actualidad, dejando que el espectador pueda observar la acción completa y los detalles de la pelea entre los titanes y la destrucción que dejan a su paso. La estética de un fondo oscuro de los edificios de la ciudad, cubierto de luces de neón brillante, hace que esta parte del film tenga una estética impactante, más allá de los logrados efectos visuales.
Además de la grandilocuencia visual, Godzilla vs. Kong entretiene con las historias de los personajes humanos, por más que estos no tengan una construcción muy sofisticada. El villano es malo malo, la chica adolescente tiene un coraje lindante con la inconsciencia y la niña muda que tiene una conexión especial con Kong es más sabia que todos los adultos que la rodean. Pero encarnando a estos bocetos de personas hay actores con talento y carisma. Una mirada preocupada de Rebecca Hall transmite más que la música emotiva que subraya cada situación; Brian Tyree Henry hace reír con una caricatura de un podcastero conspiranoico, al que logra infundirle humanidad, y poquísimos minutos de Kyle Chandler siempre son mejores que nada.
Es parte de ese elenco el que permite obviar algunos diálogos que caen en el ridículo y perdonar los momentos incompresibles y de “no-te-lo- puedo-creer” que abundan en una trama construida con el único objetivo de enfrentar a las dos estrellas del cine de monstruos en una batalla épica. Viéndola en la pantalla más grande posible, con el mejor sistema de sonido al alcance, Godzilla vs. Kong entretiene con la famosa batalla que promete y poco más.