Duelo de titanes y batalla espectacular de míticas proporciones. Hiperbólico divertimento que cumple la profecía cuando la realidad nos desborda: desembarca ante nuestros ojos una saga blockbuster financiada por productoras que buscan abultar aún más sus bolsillos, a toda costa. Puro paradigma virtual sin corazón ni alma. “Godzilla vs King Kong” viene a hacer realidad la última de las fantasías cinéfilas, y es sensato decir que ambas leyendas del celuloide portan una profusa leyenda en sus espaldas. Se rastrean sus inicios en “King Kong” (1933), dirigida por la dupla Merian C. Cooper-Ernest B. Schoedsack y con Fay Wray en el antológico rol protagónico, bajo la producción de RKO Pictures. “Godzilla” (1954), por su parte, fue un emblema precursor de la industria japonesa de ciencia ficción y terror de 1954, dirigida por Ishiro Honda y con efectos especiales a cargo de Eiji Tsuburaya. Un ejemplar autóctono kaiju que se mediría con Kong en 1962, constituyendo un fenomenal y atípico precedente, también dirigida por el citado Honda.
Productos independientes del cine de terror, como “A Horrible Way to Die” y “The Guest”, cimentaron el gusto de Alan Wingard por lo macabro; cineasta que se coloca tras de cámaras para otorgar pulso al último crossover monstruoso. La presente entrega ofrece un portentoso show de efectos especiales vacíos de contenido pero llenos de parafernalia. Contemplamos el peso propio de dos bestias dispuestas a hundirse en el barro de la historia. Las extrañas criaturas inclinarán la balanza hacia el gusto de la audiencia, mientras la supervivencia humana se sabe una quimera, en igual medida que el cliché masivo acaba por aburrirse de tanto encontrarse a sí mismo. Michael Bay reconoce a su espejo Roland Emmerich para consumar el desastre inminente bajo la firma del bueno de Wingard. Conformando la tercera vez en que tanto Godzilla como Kong arriban a la gran pantalla en la última década, sendos íconos fílmicos y culturales colisionan sin mayor interés. Un nulo desarrollo de personajes y una trama francamente porosa nos hacen olvidar todo demasiado pronto. Cuánto más grande sean más daño se harán al caer…