El personaje del Golem pertenece a un antiguo mito judío que ha sido retratado en diversas adaptaciones a lo largo de la historia del cine, incluso la primera se remonta a los inicios del séptimo arte y fue realizada en 1915. Su historia tiene varios puntos de contacto con la de Frankenstein en lo que respecta al hombre creando vida y ocupando el lugar de Dios. No obstante, aquí hay un trasfondo y una connotación de tradición religiosa que trae aparejada a la comunidad judía en la que tienen lugar los hechos.
El largometraje cuenta la historia de Hanna (Hani Furstenberg), una mujer judía lituana del siglo XVII que vive en un pequeño pueblo, el cual, al vivir aislado del resto de la sociedad, parece haber escapado de la peste negra. Los gentiles de la zona culpan a los judíos por la epidemia, y Vladimir (Alex Tritenko) irrumpe violentamente en la ciudad, con su hija casi muerta en sus brazos amenazando a los pueblerinos con la muerte si es que no la curan y “revierten” el tema de las enfermedades. Así es como el pueblo decide rezar y acudir a una curandera para que la niña mejore pero Hana decide tomar cartas en el asunto y crear un Golem (una figura de arcilla que cobra vida por medio de un rito cabalístico) que los proteja y aleje a los forasteros. Sin embargo, pronto se da cuenta de que la fuerza del espíritu es superior a lo que imaginaba en un principio, por lo que pierde el control sobre él.
Resulta interesante la vuelta que le dio la dupla directora, Doron Paz y Yoav Paz («JeruZalem»), al mito del Golem, incurriendo en la modificación de la criatura. En lugar de ser un monstruo inmenso resulta ser un niño pequeño que la protagonista prácticamente adopta como suyo al remitirle a su hijo muerto. A su vez, resulta atractivo y le da mayor dimensión al personaje principal, que sea una mujer decidida a estudiar Cabalá, hacerle frente a las autoridades de la comunidad y tener que esforzarse para luchar, no solo contra el machismo imperante de la época sino también el de las religiones tradicionales donde el lugar de la mujer está bastante relegado. Todo esto sin comprometer la narración, ya que resulta ser bastante entretenida y disfrutable más allá de alguna subtrama que no funciona y ciertas lagunas narrativas.
Por otro lado, si bien opta por un ritmo más lento para favorecer la construcción de la atmósfera opresiva, también esto sirve para no incurrir en clásicos clichés del cine de horror donde solo se busca el golpe de efecto mediante la crudeza de las escenas de muerte. No obstante, aquí hay lugar para las secuencias de asesinato del monstruo pero son escazas y solo con fines dramáticos.
Por el lado de los efectos visuales/especiales, estos se ven algo toscos y torpes (seguramente como resultado de ser un film de bajo presupuesto) pero no terminan de empañar lo construido por los directores y por el guionista Ariel Cohen.
«El Golem» es una película pequeña pero interesante que se beneficia de personajes atractivos, de una historia atrapante con un mito de fondo que enriquece la experiencia y de una atmósfera lograda. Un film que decae en ciertos momentos por su ritmo cansino y por ciertas subtramas poco inspiradas pero que igualmente se ve beneficiado por todo lo mencionado anteriormente.