El cine coreano ha sumado puntos en los últimos años con historias de fantasmas y maldiciones varias. Después del reciente éxito de Invasión zombie y No sigas las voces, llega esta producción que echa mano a recursos muy explotados dentro del género: el "found-footage" o grabaciones que se consideraban ocultas y una narración apoyada en cámaras que registran los diferentes puntos de vista de los personajes, y a las que se suman las imágenes cenitales de un dron.
Un cóctel que combina El proyecto Blair Witch, Actividad Paranormal y La llamada, y que juega con el séptimo lugar más terrorífico del planeta: el hospital Gonjiam -aunque la película del director Jung Bum-shik se filmó en el National Maritime High School, de Busan-, donde un suicidio masivo de pacientes en 1979 provocó la misteriosa desaparición de su directora y cerró sus puertas en 1996, lo que generó diversas leyendas urbanas.
Ahora un grupo de jóvenes, que trabajan para un programa de terror que se transmite por internet -luego del video en youtube grabado por adolescentes que se ve al comienzo- decide entrar al lugar maldito, equipado con cámaras y aparatos para detectar actividad paranormal y con el objetivo de conseguir un millón de visitas. Entre trampas, detectores de presencias fantasmales, rituales, el sonido de una pelotita de ping pong y un muñeco que perteneció a uno de los internados, se desarrolla esta historia apoyada en una atmósfera claustrofóbica y enloquecedora.
Si bien el espectador no encontrará nada novedoso, se inquietará en varias escenas y con un desenlace que se reserva la artillería fantasmal y lo mejor del filme, entre gritos, espíritus y la confusión a la que hacen frente los jóvenes inexpertos. También hay una carpa desde donde un director controla por monitores todo lo que ocurre en el interior del establecimiento y que tampoco parece estar a salvo del horror.