Los valientes
Desde El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), cuando surgió el cine de cámara en mano, somos testigos de una ola de producciones de este estilo que, en alguna medida, llegó a agobiarnos. Algunos films eran excelentes, otros no tanto; pero esa edad dorada del found footage (supuestas filmaciones artesanales encontradas por terceros) dio origen al subgénero del mismo nombre que hoy ya es un clásico.
A su vez, luego del éxito de películas como Invasión Zombie (Busanhaeng, 2016; muy conocida también como Train to Busan), el cine coreano viene pisando fuerte con producciones que apuestan cada vez más a la tensión y la adrenalina, con ritmos narrativos cada vez más dinámicos.
Gonjiam: Hospital maldito (2018) toma este recurso que, claramente, ya dejó de ser novedoso, para retratar una historia de espíritus en un hospital psiquiátrico abandonado.
Un grupo de youtubers exploradores urbanos decide adentrarse en la oscuridad y los recovecos de este lugar endemoniado (el más aterrador de Corea del Sur y el más tenebroso del mundo, según registros reales) para grabar en vivo una nueva edición de su programa. Los jóvenes valientes están muy bien equipados, con una cámara cada uno sobre la cintura o los hombros. Así el espectador es testigo de lo que ven los seis chicos al mismo tiempo.
La trama gira en torno a una leyenda urbana que cuenta que los pacientes de la institución mental se suicidaron en masa y que luego su directora desapareció misteriosamente. En medio de fotos raras, ruidos escalofriantes y una puerta que nadie pudo abrir nunca, estos chicos se involucran cada vez más en la historia sin saber que todo puede ponerse peor.
La realidad es que el film de Beom-sik Jeong resulta interesante dentro de lo trillado de la temática. Utiliza buenas dosis de tensión y suspenso, visualmente es impactante y las actuaciones son de realismo puro. Además cuenta con un giro acertado hacia el final.
A pesar de tomarse su tiempo para contar los hechos, Gonjiam: Hospital maldito cumple con los códigos del cine de terror más tradicional. Hay pocos momentos impredecibles pero el escalofrío y la incertidumbre nos inundan en varias oportunidades, hecho que hace que los más puristas del género también la disfruten.