Primero la Familia.
Connie tiene una meta en la vida: cuidar a su hermano Nick. Está convencido de ser el único que realmente tiene ese interés como prioridad, en contraste a un entorno donde considera que está siendo maltratado e incomprendido por padecer una discapacidad que le dificulta relacionarse con el resto de la gente. Por ello no guarda cariño por su familia ni por el psiquiatra al que le obligan a asistir.
Su sueño es poder llevarlo a otro sitio, pero necesita un dinero que no tiene: es así como organiza un asalto a un banco para conseguirlo, tras lo que Nick termina herido y en la cárcel. Para desesperación de Connie, sabiendo que su hermano no está preparado para defenderse por sí mismo en prisión y tiene muchas chances de terminar muy mal en poco tiempo, el botín del banco no es suficiente para la fianza. Debe embarcarse en una cruzada para conseguir el dinero restante, sin importarle mucho a quien tenga que usar o perjudicar en el camino.
Ya no brilla al sol:
Con una fuerte impronta de cine independiente que no debe confundirse con hacer las cosas a las apuradas, la historia de Good Time podrá parecer simple pero no pierde nunca el ritmo. Construye tensión constantemente arrojándole problemas a un protagonista que, si bien no sabemos casi nada de su pasado, demuestra suficiente inteligencia como para avanzar usando más la astucia que la fuerza. No es el clásico genio criminal que saquea un casino de forma estrafalaria, es solo alguien que está al borde de la sociedad, sin terminar de caerse afuera de ella pero sin muchas oportunidades de meterse del todo.
Lo interpreta de forma más que decente un Robert Pattinson ansioso por sacarse de encima la mochila de ídolo adolescente que le dio fama, y ser tomado más en serio como actor. Sin embargo, aunque con el correr de los minutos va mostrando facetas cada vez más antiheroicas que le agregan volumen, no logra desprenderse de una base algo caricaturizada. Ese es un problema aun más notorio en los numerosos personajes secundarios que lo acompañan, quienes están más de una vez al borde de lo verídico.
No hay mucho interés en construir personajes complejos porque se prioriza la agilidad de una trama que debe llenar una noche; algunas situaciones que se sienten algo forzadas podrían haber sido mejor justificadas con personajes más definidos o no tan insinuados.
Visualmente explota bastante bien el uso de la noche y las calles de la ciudad, creando un clima que transmite marginalidad sin hundirse de lleno en el mundo criminal. A su vez hace uso de demasiados planos cortos que ocultan el entorno, sin llegar a la claustrofobia pero remarcando la situación de apremio constante del protagonista y su gradual descenso a la desesperación ante cada plan fallido.
Conclusión:
Mezclando correctas dosis de drama familiar y thriller marginal, Good Time presenta una narración con buen ritmo, interpretaciones correctas y una propuesta estética que no destaca pero aporta.