Dos a entenderse
Con Chop Shop y Man Push Cart, Ramin Bahrani había presentado credenciales para ser considerado un muy probable gran director. Con Goodbye Solo se confirma como una de las voces (miradas) más interesantes del panorama indie norteamericano.
Dos personajes (uno, de mediana edad, taxista, nacido en Senegal, radicado en Carolina del Norte, casado por segunda vez con una mujer latina que está embarazada, y que parece salido de La felicidad trae suerte, de Mike Leigh; el otro, anciano, gruñón, resentido y depresivo, interpretado por un ex guardaespaldas de Elvis Presley y que parece salido de un film de John Cassavetes), una "excusa" argumental (un viaje a una montaña que el viejo quiere hacer ¿para suicidarse? y su relación con el conductor africano que debe llevarlo) y mucha sensisibidad, profundidad psicológica y amor por el cine son los elementos que le bastan a Bahrani para redondear una pequeñísima-enorme película.
Red West, ex marine, ex boxeador, ex gángster, ex amigo, chofer y guardaespaldas de Elvis, y Souleymane Sy Savane, un actor nacido en Costa de Marfil casi sin experiencia profesional, son William y Solo, la pareja-desapareja, los opuestos que no se complementan pero finalmente se entienden, se aceptan, en esta fábula sentimental (y a mucha honra) sobre el respeto y la lealtad, que escapa con sabiduría al pintoresquismo de las películas sobre inmigrantes del Tercer Mundo e incluso a los golpes bajos tan habituales en las historias sobre relaciones padre-hijo o en aquellas en las que -como aquí- aparece en escena una encantadora niña, hijastra del entusiasta Solo.
Esta película -que en los Estados Unidos se estrenó en marzo y todavía continúa en cartel- está inspirada, según el propio realizador, en ciertos trabajos del gran Roberto Rossellini, pero para mí, más allá de su innegable sello indie, adquiere sobre el final una dimensión visual y emocional casi digna del cine de Naomi Kawase. Su estreno en un mercado tan achicado como el argentino, en copias en fílmico (es notable el trabajo del director fotografía Michael Simmonds) resulta, por lo tanto, una hazaña, un verdadero milagro.