"Goodnight Mommy", terror demasiado anticipado
No muchas veces se tiene la chance de que se estrenen películas oriundas de países como Austria. Tal vez sea por su exitoso paso por diferentes festivales de cine del mundo o por venir con la chapa de que fue la seleccionada por ese país para representarlo en la entrega de los Oscar de este año a Mejor Película Extranjera (no quedó en la selección final), lo cierto es que a las pantallas argentinas llega "Goodnight Mommy" (Ich seh ich seh, 2014), que ofrece la rara oportunidad de ver y que se conozca un poco el cine austríaco.
Pleno verano, una casa de campo aislada de todo, rodeada de bosques y cultivos de maíz, allí Lukas y Elías (Lukas y Elias Schwarz), dos hermanos gemelos, pasan su tiempo jugando y divirtiéndose.
Ellos esperan pacientemente la llegada a casa de su madre (Susanne Wuest), que regresa tras una operación de cirugía plástica a la que se sometió. Cuando lo hace aparece con su rostro completamente vendado y su comportamiento es frío y distante.
Además, exige tranquilidad y no ser molestada para que su recuperación sea más rápida. Este cambio de personalidad drástico, muy diferente a lo que los niños recordaban, hará que ellos comiencen a preguntarse si la mujer con la que está conviviendo es su verdadera madre o una impostora.
Ópera prima para Severin Fiala y Veronika Franz, quienes además escribieron el guión, es un filme que va construyendo climas a lo largo de su recorrido.
Capa tras capa los realizadores van cimentando esta obra que, a medida que se va desarrollando, va generando cada vez más preguntas en el espectador. Lo cierto es que puede parecer que lo hace de manera demasiado lenta y que tarda demasiado en llegar al clímax.
Clímax que, por cierto, para un espectador avezado y que tiene mucho largometraje de género encima verá venir con bastante anticipación (sí, este periodista se imaginó el final a los 20 minutos de verla y sufrió con ese karma hasta que terminó).
No se trata de arrogancia ni nada por el estilo, es que este filme remite a otros dos en particular por su similitud en contenido o porque comparte varias cosas con ellos: "El otro" (The Other, 1972) y "Dos hermanas" (Janghwa, Hongryeon, 2003).
No vamos a contar cuáles son esos parecidos para no estropearle el filme al que no las haya visto. Vale decir que estos dos largometrajes sí son más de terror que "Goodnight Mommy", que vaya uno a saber por qué la "venden" así por estas pampas. Es más una película de suspenso con un par de escenas "de miedo" que otra cosa.
Los chicos que eligieron -seleccionados entre 240 gemelos- participan por primera vez en un filme, y llevan bastante bien el peso protagónico que les da el relato. Un acierto puede haber sido que nunca les dieron el guión y que se filmó cronológicamente, logrando así el efecto deseado. Por su lado, Susanne Wuest es conocida y ya demostró en pantalla lo que puede dar. Su papel, que requiere de una ambigüedad casi exasperante, está muy bien logrado.
Pero a la película le falta fuerza, espontaneidad y un poco más de sangre. Se pierde mucho en sensaciones y climas y va perdiendo fuerza en vez de ganarla. Para cuando llega la resolución el espectador está avispado de lo que pasa o ya no le interesa tanto saber qué ocurre.
La apuesta es interesante, cómo se llevó a cabo tal vez decepcione un poco, pero es una gran oportunidad para ver cine de un país europeo diferente al que estamos acostumbrados. La ganancia puede llegar a ser esa. Y, a veces, no es poca cosa.