Fuera de Hollywood, el trabajo dentro del género del drama y el horror a veces puede resultar muy sugerente y diferente a todo lo que uno ha visto. La atmósfera opresiva y un elemento de peligro hogareño son los principales alicientes a la hora de enfrentar la tensa Goodnight Mommy, una íntima delicia austriaca que va asfixiando de a poco y no suelta hasta el final.
La llegada al hogar de los padres cuando uno es chico es una especie de mini-festividad, donde el padre o la madre se recibe con los brazos abiertos. Pero para Lukas y Elias -los soberbios Lukas y Elizas Schwarz- este momento en pleno verano se ve trunco por el arribo de su madre, una mujer que dista mucho de la que ellos conocían. Con un semblante recio, poco cariñosa, llena de órdenes y lo que es peor, la cara oculta bajo varias vueltas de vendaje, los pequeños gemelos deben adecuarse a la nueva realidad en su hogar. Pero algo no está bien, algo los hace dudar y esa duda los llevará por caminos muy oscuros para pequeños de su edad.
Los directores Severin Fiala y Veronika Franz se despachan con un thriller psicológico que se va tornando terrorífico conforme pasan los días en el hermoso hogar. Ambos tienen la capacidad de incomodar con un puñado de escenas y alguna que otra imagen desoladora y tétrica, sin contar los efectos de sonido que aumentan la presión en el espectador a cada segundo. El trabajo de Susanne Wuest como la Madre es tan desconcertante como su personaje, y a medida que las vendas van cayendo así mismo caen los velos de su persona, dando paso a algo tan siniestro como dramático.
Goodnight Mommy tiene pasajes salidos del horror puro y duro, y hasta coquetea con la tortura, pero en el fondo es un drama familiar severo, que guarda un doloroso as bajo la manga revelado en el momento más crucial de la trama. Ojos atentos pueden dar cuenta de esta revelación mucho antes en la película, pero no le quita el peso a ese clímax rabioso en una de las imágenes más potentes que ha entregado el cine de género en años. Toma tiempo llegar al quid de la cuestión, pero cuando lo hace, Fiala y Franz están ahí para no dejarle perder momento alguno al espectador. Habrá tardado en llegar a las carteleras locales, pero se agradece que haya llegado para desplegar sus sombras oscuras por toda la sala.