EL REVÉS DE LA TRAMA
Tal vez el error más grave de Goodnight Mommy es querer decir en palabras lo que muy bien venía construyendo sólo con imágenes. Sobre la base de una estructura estética y narrativa que versan las características formales del género de terror, el filme propone una historia en la que no todo es lo que parece.
Dos hermanos gemelos juegan en el extenso jardín de su casa situada en las afueras de la capital austríaca. Corren entre los espigales, nadan en el lago y juegan juntos a descubrir el mundo de su niñez, mientras esperan que regrese su madre, quien se ha sometido a una cirugía de rostro. Ella llega, pero según los gemelos, la que regresó no es su madre.
Con el afán de comprobar la verdadera identidad de la que podría no ser su progenitora, Goodnight Mommy encuentra la forma para obligar a la audiencia a tomar un único punto de vista, posición que se revela al final del metraje. Y es justamente este punto el que le da nombre a mis palabras, porque es en el desenlace cuando todo lo mostrado se re significa. Pero no como consecuencia de un giro narrativo, sino más bien por la necesidad de cerrar una historia que hubiera sido interesante dejar con un final más abierto.
Delicada en su puesta en escena, y con actuaciones que revelan la astucia de los dos cineastas que le dieron vida a este filme, la película es una obra bien inscripta en su género. Por eso se presenta prolija y aséptica. Es decir, cuidadosa de su apariencia y preocupada por los más mínimos detalles, como por ejemplo la decoración del interior de la casa de vidrio donde viven y la utilización del fuera de campo a la hora de construir el suspenso y la intriga.
Por Paula Caffaro
@paula_caffaro