Es dable apreciar que la cinematografía argentina no está pasando por un buen momento artístico. En los últimos tiempos se estrenan anualmente un centenar de títulos en el circuito comercial (sumados formatos 35mm y DVD, en sus diversas variantes), pero no más de una media docena, en el mejor de las suertes, suelen interesar medianamente a los espectadores, según surge de la muy baja concurrencia a los cine del país donde se los exhibe. Bien podría, en este caso, aplicarse aquello de “mucho ruido y pocas nueces”.
Los motivos son múltiples. Si bien no es este el lugar para un apropiado análisis al respecto, resulta oportuno señalar someramente algunos sobre la base de haber asistido a la proyección para la crítica, en la Sala 2 del cine Gaumont, de “Graba”, obra que acumula buena parte de las deficiencias que gravitan negativamente en el espectador.
Fundamentalmente porque tema, historia y objetivos propuestos en el proyecto le resultan inaccesibles en razón de la pésima calidad de la banda de sonido, a punto tal que lo único rescatable de los diálogos corresponde a aquellas escena donde los personajes hablan en francés, ello gracias al subtitulado en español, mientras los desarrollados directamente en español se pierde en un noventa y nueve por ciento y, consecuentemente, su contenido. En este sentido baste señalar, como ejemplo, que un largo monólogo de la protagonista, que puede suponerse resume los problemas y conflictos que la afectan para comprensión de sus acciones, se pierde en un ciento por ciento. Esta situación deviene de la impericia de los responsables del diseño, registro, mezcla y edición del sonido.
Lamentablemente la fotografía, a su vez, resiente los valores que pueden emerger de la imagen por un criterio de iluminación que no permite apreciar la gravitación del marco circundante ni el aporte facial y corporal de los tres únicos intérpretes, concordantes con los personajes de la narración, para sumirlos en una penumbra que resulta molesta en lugar de perturbadora
Si el tratamiento del sonido es paupérrimo y el de las imágenes carece de fuerza expresiva, muy poco es lo que pueden aportar actrices y actores, aun tratándose de una buena actriz como Belén Blanco, entonces ¿qué es lo que queda para una obra cinematográfica que, a la postre, se trata de un audiovisual?
Según la sinopsis oficial, María y Jérôme se enfrentan ante la pérdida de sus hijos. Ellos, herméticos en sus propios conflictos, intentan relacionarse entre sí, pero sólo logran hacerlo superficialmente. María, una inmigrante argentina inmersa en la ciudad de Paris, vive su proceso de inmigración y alquila una habitación en la casa de Jérôme, un fotógrafo parisino recién separado. Aunque el difícil momento por el que pasan los mantiene distantes ante todo lo que los rodea, igualmente logran darse cada uno lo que el otro necesita.
Considerando lo señalado, el realizador (o director), que duda cabe, en esta ocasión erró el camino, porque no logró plasmar lo que había imaginado al encarar la propuesta, y ello desde el título mismo que uno no atina saber a que apunta.