Una argentina que ha dejado su país por París, que vive al filo de la ilegalidad, inicia una relación amorosa -sexual sobre todo- con el hombre que le alquila la habitación. Hecha de pequeños gestos y de crudeza por partes iguales, Graba logra transmitir la sensación de desamparo de esos dos personajes separados por la cultura y unidos por la necesidad y el deseo. Un gran mérito consiste en que el sexo crudo no sea más “pesado” que una cena o una discusión o una escena laboral. La vida es eso y el film logra transmitirlo.