La vida del gaucho Antonio Gil estuvo marcada desde su niñez por la pobreza y la injusticia. En su juventud, y con ansias de justicia, se enrola en las tropas del caudillo Zalazar, pero las atrocidades de esa banda lo obligan a escapar, convirtiéndose en un desertor condenado a muerte. A lomo de caballo, recorre kilómetros ayudando a los desposeídos y convirtiéndose en un hombre que es reconocido por los humildes como alguien digno de venerar. El director Cristián Jure elaboró con estos elementos del folclore alrededor de la figura del Gauchito Gil, apoyado por una muy buena actuación de Jorge Sienrra, una trama atractiva y con buen ritmo.