De la ligereza a la gravedad sin atenuantes
Tres personajes con una patología similar pero canalizada de diferentes maneras intentan encontrar juntos la solución. Pese a las correctas actuaciones el film no logra conectar las historias y se diluye buscando el tono.
Se supone que después de las comedias edulcoradas que saturaron la década del ochenta y las agridulces que poblaron las pantallas en los noventa y bien entrado el nuevo siglo, el género necesariamente debía mezclarse con otros y la sonrisa tenía que ser apenas la excusa para reflexionar sobre la alienación y otras taras mundanas. En ese sentido, Gracias por compartir bien podría ser el paradigma de este tipo de películas con aspiraciones, un relato que habla de la soledad, la imposibilidad de las relaciones –material siempre en stock para las comedias, en todas sus variantes– desde las adicciones, principalmente al sexo, uno de los más o menos nuevos problemas que deben enfrentar los neuróticos habitantes del mundo (y por mundo se entiende las clases medias y urbanas, según la mirada recortadísima de Hollywood).
Entonces el film de Stuart Blumberg (guionista de Los chicos están bien, La vecina de al lado y Más que amigos) tiene tres ejes que parten desde la adicción al sexo de tres personajes bien diferentes, con distintas patologías, pero todos infelices aunque tratando de recuperarse a partir de contar sus problemas y buscar soluciones en el grupo de apoyo.
Así, Adam (Mark Ruffalo) comienza una relación con Phoebe (Gwyneth Paltrow en su faceta deslumbrante y hot), que también carga con lo suyo, mientras que Neil (Josh Gad) consume pornografía desaforadamente y desperdicia su talento como médico y Mike (Tim Robbins), un fanático de la terapia que esconde sus miedos trabajando de una especie de Mesías para el resto mientras mantiene una coraza con su esposa y no puede relacionarse con su hijo. Que también es adicto.
Lo cierto es que más allá de la corrección del elenco, que hace lo suyo y nada más, con una puesta que va de la ligereza a la gravedad sin atenuantes (ciertamente, desde una perspectiva escandalosamente conservadora), Gracias por compartir es un relato que no logra conectar las historias, navegando en la indecisión de recorrer con convicción el camino de la comedia o por el contrario, sacrificar el género en pos de todos los tips que quiere abordar en cuanto a la gravedad de la modernidad y lo que hace con el género humano.