Mi enfermedad
¿Qué constituye a una adicción? Bueno, en primer lugar se puede hablar de una enfermedad patológica, una discapacidad involuntaria en la que un sujeto incursiona de forma frecuente, progresiva y sin control en el uso de alguna sustancia o en una determinada actividad que, en principio, puede producir satisfacción pero que rápidamente deriva en una dependencia y, finalmente, en una enfermedad que persiste a lo largo del tiempo generando cambios físicos, emocionales y sociales. ¿Y que constituye una adicción al sexo? Como todas las adicciones, el uso abusivo provoca trastornos de todo tipo (en este caso, el comportamiento sexual y la necesidad imperiosa de conseguir placer, por ejemplo), y se pueden reconocer en síntomas tales como la masturbación compulsiva, sexo promiscuo e indiscriminado, disfunción social, aislamiento.
Gracias por compartir gira alrededor de varios personajes que luchan a diario para mantener controlada su enfermedad y gravita, especialmente, sobre Adam (Mark Ruffalo), quien luego de cinco años de sobriedad conoce a una hermosa mujer (Gwyneth Paltrow) que le brinda la posibilidad de volver a sentirse enamorado, pero también la de caer en viejos y nocivos hábitos nuevamente.
Varias ideas interesantes se desarrollan a lo largo de la película, entre ellas, aquella que queda sugerida sutilmente cuando Neil (Josh Gad) debe llegar a un lugar y, al no poder viajar en subte, se sube a un taxi desesperado para evitar estar sujeto a las tentaciones y los estímulos de la calle. Una vez dentro del taxi debe luchar contra las imágenes de una pequeña pantalla en el respaldo del asiento del conductor que muestra una sensual clase de gimnasia aeróbica. Es que la adicción al sexo pareciera responder a un signo de los tiempos, donde el sexo se ha convertido en mercancía de intercambio y aquellos más débiles de voluntad son los más fáciles de someter. A la vez, y al contrario de otro tipo de adicciones, los estímulos negativos que recibe el adicto al sexo provienen de todos lados, de la publicidad, de la televisión, de las revistas, etcétera, lo que habla, claramente, de una adicción creada por la sociedad de consumo, una enfermedad impuesta por el sistema.
Pero también dan vueltas varias ideas y conceptos que valen la pena ser rescatados, nociones sobre la amistad, el verdadero valor de una relación sentimental entre dos personas, el peso de la institución familiar y lo difícil de asumir el rol designado, las presiones sociales y las expectativas depositadas en uno mismo y en los demás, etcétera.
Gracias por compartir es una historia pequeña, austera, que fácilmente podría haber tomado una dirección hacia algo grotesco pero que, sin embargo, resiste y se mantiene humilde, sincera, filtrando una crítica honesta hacia una sociedad cada vez más cruel y superficial. Pequeña y agradable sorpresa.