Thanks for Sharing es una dramedia que llega demasiado tarde a las carteleras -su estreno norteamericano data de 2012- pero que no por eso le resta mérito e importancia a su historia, donde tres hombres batallan el duro estigma de la adicción al sexo.
Stuart Blumberg elabora aquí su primer trabajo como director y también firma el guión junto al actor Matt Winston. Blumberg ya había trabajado en el subgénero junto a Lisa Cholodenko en una de las grandes favoritas del 2010 como lo fue The Kids Are All Right, y acá vuelve a traer al ruedo al estupendo actor que es Mark Ruffalo para darle vida a un hombre maduro alejado ya de la ajetreada vida sexual que su enfermedad le trajo, pero que vuelve a enfrentarse a sus demonios cuando conoce a la atractiva Phoebe -Gwyneth Paltrow-. El segundo es Tim Robbins como el líder de un grupo de ayuda, que se ve en aprietos cuando su hijo adicto a las drogas regresa al seno familiar. El tercero es el médico interpretado por Josh Gad, enviado por la corte al grupo para solucionar su problemas de acercamiento a la gente, mas precisamente mujeres.
Del más grande al más chico, los tres están conectados por las reuniones y cada uno es el patrocinador del otro. Si bien los toques de comedia son pocos, más que nada la sombra del drama sobrepasa los momentos humorísticos y los románticos, Blumberg balancea con suficiente tino las situaciones, aunque desde el guión la segunda mitad de la película haga aguas y trastabille con los propios clichés del género. De lejos, la pareja de Ruffalo y Paltrow es la de más peso, con una química fascinante y atrayente -la escena del parque es excelente- y una vez más, me saco el sombrero frente a él, un actor que uno nunca tiene en cuenta como "bueno" pero cuando se lo ve trabajando, construyendo un personaje en pantalla, asombra. Robbins tiene la suficiente presencia como para salir airoso de la línea argumental más simple y común, mientras que las sorpresas recaen en Gad y el rol más dramático de la cantante Pink al momento. Él -quizás no lo tengan, pero fue la voz del dulce Olaf en Frozen- tiene un timing de comedia muy fino, y ella destaca por su naturalidad frente a las cámaras.
Las historias cruzadas de Thanks for Sharing funcionan con simpleza desde el guión, que arroja a sus personajes a los típicos recovecos oscuros de cualquier problema de adicción, pero lo que realza la idea del film es su elenco sólido y conmovedor durante momentos, sin abandonar nunca el lado amable y sensible.