La liviandad aplicada a una adicción
Llega esta nueva comedia romántica que pasa sin gloria ni pena por las carteleras de nuestro país. Es algo medio loco, pero cuando veo ese formato de poster promocional (como el que pueden observar acá a la izquierda) automáticamente ya me doy cuenta del tipo de producción que estoy por ver. Las parejas sonrientes en distintos planos, con el título del film cortando la pieza al medio y un trabajo de photoshop bastante artificial, ya marcan el tipo de película. Algunos ejemplos de esto que escribo pueden ser "Think like a man", "What to expect when you're expecting", "Hope Springs" o "Something borrowed", todas películas livianas que no trascienden la barrera de los común, lo superficial y lo poco profundo.
"Gracias por compartir" es otra propuesta que toma un tema interesante como puede ser la adicción al sexo y le pone un manto de inocencia azucarada para que no haya espectadores susceptibles que puedan hablar mal de ella. Eso es no jugarse. No estoy diciendo que deberían haber armado un trama oscura como la de "Shame" de McQueen, porque estamos hablando de una comedia romántica, pero se podrían haber jugado un poco más con el contenido y las interrelaciones que proponen. No era tanto lo que le faltaba para ser un poco más transgresora, pero se ve que hay filtros de producción y distribución que son difíciles de sortear.
El director Stuart Blumberg, anteriormente escritor de guiones como el de "The kids are all right", parece haberse limitado en esta ocasión y trata la adicción al sexo de manera bastante superficial. Lo que era mostrado con realismo y poco filtro en aquella película donde fue guionista, acá se ve muy artificial, con escenas débiles que no logran transmitir las dificultades que tienen los adictos al sexo para relacionarse. En algunos pocos momentos, se presentan escenas más fuertes pero si mal no recuerdo son sólo dos y no están relacionadas con la temática central del film, sino que tienen que ver con la interacción familiar de los protagonistas.
Los actores en general hacen un buen trabajo, sobre todo el confiable Tim Robbins ("Río Místico") y el ascendente Mark Ruffalo ("La isla siniestra") que demuestra ser extremadamente versátil. Los demás acompañan muy bien, pero no logran una empatía fuerte con el espectador, en gran medida por la falta de trabajo sobre el guión. Es como que el manual de la comedia románica está aplicado, hay momentos de humor que se mezclan con los dramáticos para causar la montaña rusa de sensaciones, se trata un tema interesante y hay buenos talentos dando vida a los personajes, pero el aura de autoayuda, las enseñanzas morales baratas y la falta de valentía para mostrar una adicción, apocaron a esos elementos positivos.
Un entretenimiento liviano destinado al olvido.