Hay un espía y una nena y los dos trabajan juntos. Dirige el especialista en comedias un poco disparatadas Peter Segal, que no es un autor pero más o menos conoce cómo se hacen estas cosas. Bautista no tiene el carisma de “The Rock” o “Vin Diesel”, pero está aprendiendo y lo hace bastante bien. La película es absolutamente previsible pero eso es más una virtud que un defecto: sabiendo más o menos lo que va a venir, disfrutamos de la construcción de la relación entre el adulto y la chiquita. ¿Y saben qué? No está mal eso, más allá de que tengamos villanos a reglamento y escenas de acción y suspenso que todos esperamos y sabemos cómo va a terminar. Estas películas absurdas, construidas de hecho sobre lo absurdo, solo pueden ser construidas en Hollywood y son lo que sostiene, todavía, el cine popular, ese que mantiene al resto. No, imprescindible no es pero en absoluto es reprochable.