El director Peter Segal vuelve a los espías. Su último acercamiento al subgénero había sido en 2008 con la versión del Superagente 86 protagonizado por Steve Carell. Esta vez trae de regreso a Dave Bautista, quien anteriormente había encarnado a Mr. Hinx, el oponente físico de Daniel Craig en ‘SPECTRE’, solo que ahora en el equipo de los buenos y como personaje principal.
JJ Cena (Bautista) es un talentoso agente de campo de la CIA que pronto será degradado a casos de vigilancia, debido a los daños colaterales causados en sus últimas misiones. Una vez enviado a Chicago para vigilar a la esposa y a la hija del hermano de un despiadado traficante de dispositivos explosivos y nucleares, Cena será descubierto por la pequeña, Sophie (Chloe Coleman), quien lo amenazará con revelar su tarea de mirón a su madre a menos que cumpla con los favores que ella va a pedirle.
La dupla protagónica es, ante todo, simpática y divertida. Es digna de más de una carcajada por parte de la tribuna. No obstante, las situaciones siempre disponen de personajes que se dedican a citar referencias culturales verbalmente, al punto de que no paran de nombrárselas al público para ganarse su confianza en actos desesperados.
En la primera escena, situada en Chernobyl, en plena transacción con los antagonistas rusos, se usan (y se aclara que son) diálogos de ‘Un lugar llamado Nothing Hill’ y se señala un parecido con Mickey Rourke en ‘Iron Man 2’. Más adelante, Bautista se esconde y se queda inmóvil entre los peluches de la habitación de la niña, cual E.T. frente a la madre de Elliot. Se compara su estilo de baile con el de Shrek y, en una pelea a puño cerrado, cerca de un avión que pierde combustible y está a punto de estallar, su compañera indica que le recuerda a algo, “solo nos faltan los nazis”, como clara alusión a ‘Los Cazadores del Arca Perdida’.
Hay un rejunte de citas estruendosas que se vuelven notas al pie. Un film de espías que se convierte parodia de espías. La contracara de esto podría identificarse en ‘La Pistola Desnuda’, la cual se disfraza de cine negro, pero tiene claro que su finalidad es la de ser una comedia hecha y derecha. Algo que sus secuelas olvidarían paulatinamente, sobre todo la tercera entrega, que no paraba de calcar escenas de las películas más recientes, simplemente para burlarse de ellas, sin crecer en su esencia en plan de sátira.
‘Grandes Espías’ recurre a un arquetipo nuclear que la saga de ‘Misión Imposible’ retomó de las novelas de John Le Carré, uno que las ‘007’ mantienen en suspenso desde hace tiempo y parecería que dejará de hacerlo en su próxima película, ya que en su tráiler cinematográfico vemos personajes usando trajes anti radiaciones (si, como los del Doc Emmett Brown). De este recurso se ocupa a medias, se preocupa más por encajar en su contemporaneidad con el socorro de circunstancias conocidas que no vienen al caso. Fuera de esto, es graciosa a medias.