Se le podrán reprochar muchas cosas a Disney –la firma– pero no que no tenga el conocimiento total respecto de cómo generar buenos films familiares. Dominan todo y eso asusta. “Grandes héroes” es un cuento de hadas con superhéroes. Es un cuento de hadas porque tiene todos los elementos de esos relatos según la tradición Disney: la familia quebrada, la pérdida, la aparición de lo maravilloso, las pruebas, la redención final y la consecuente creación de un núcleo de pertenencia. Del género superheroico está la parafernalia y la justificación científica de los poderes y habilidades, así como el ritmo de la aventura. Pero lo más interesante de la película es mucho menos este cruce (toda historia de superhéroes es una forma del cuento de hadas, ya lo sabían los creadores de “Superman”) que la absoluta precisión del tono. El humor campea en todas las secuencias, incluso en aquellas donde hay dolor y tragedia. Pero no es un humor irónico, sino el surgido de la distancia y de la ternura, de mirar a esos personajes –a todos, villano(s) incluido(s)– con respeto humano. Quizás ese sea finalmente el “toque Pixar” que terminó modificando el tono de todos estos productos: que las películas no parecen lo complejas que son. “Grandes héroes”, aún con ciertas resoluciones apresuradas en el guión, es digno representante de esa tradición.