Grandes héroes, film mediano
Con su facha de muñeco inflable, buenazo y protector, el robot Baymax es, de lejos, la figura más distintiva de este film, la mejor invención de los creadores de sonrisas para navidades y postales, y la cosa más recordable, días después de haber visto la película.
Su relación con el chico protagonista es muy tierna, y hace pensar un poco en la relación de los niños con los "objetos inteligentes" de esta época y la inmediatamente futura, algo que ya anticipaba, mejor, "El gigante de hierro", de Brad Bird.
Al lado de esta pareja, los demás héroes medio se pierden, porque están diseñados sin mayor gracia ni originalidad. De todos modos, sirven para completar alguna colección, y enredar el argumento más de lo que por sí mismo se enreda, en una sucesión de inventos y desgracias, marchas y contramarchas, personas de confianza que traicionan la confianza, robotitos que cambian de manos y de órdenes, más desgracias, unas cuantas peleas, muchos abrazos y una seguidilla de consignas, lecciones, desafíos y moralejas como para llenar dos álbumes.
La historia transcurre en San Francisco, ciudad maravillosamente dibujada, y entremezcla elementos del manga, el animé y el comic alrededor de dos hermanitos huérfanos muy inteligentes, una tía medio perdida, cuatro amigos con distintas habilidades y más de un villano falso y ambicioso.
Hay entretenimiento, emoción, gran calidad técnica y artística. Cabe sospechar que no será un clásico al nivel de otras producciones Disney, pero seguramente hará más plata en menos tiempo. Según dicen, el mercado japonés ya le abrió los brazos.
Directores, Don Hall y Chris Williams, el del perro Bolt. Guionistas, un montón, casi todos venidos de "La familia del futuro", acá redondeando para chicos tipo 10 a 15 años un comic original de Duncan Rouleau y Steven Seagle con fama de dark. Dos nombres para tener en cuenta: Paul Felix, director de producción, y Scott Watanabe, director de arte. Entre los productores ejecutivos, John Lasseter.