Plasmando otra obra magistral, tal como lo hiciera con Niños del hombre, su anterior y algo ya lejano film, aunque sin las alegorías y hondas visiones de la condición humana que contenía ésta, al mejicano Alfonso Cuarón ya se lo puede considerar uno de los mejores realizadores del planeta. Y a propósito de este último término, es probable que en Gravedad se encuentren las imágenes más asombrosas y bellas de la Tierra desde el espacio vistas en el cine, sólo una parte más de la enorme cantidad de estímulos visuales que propone en forma permanente esta nueva obra del director de Y tu mamá también. Su título en realidad tiene más que ver con la falta de gravedad que con su presencia, por eso se puede considerar deliberadamente ambiguo, para un film que, al contrario de Niños del hombre no tiene una trama con grandes alternativas ni mucho menos demasiados diálogos, elementos de los que no precisa en lo absoluto.
Porque Gravedad, entre 2001, Apollo 13 y Jinetes del espacio, basa más su contenido en lo visual que en lo textual, y narra su concisa historia con el poder de la imagen y el sonido, o a veces la ausencia del él, en la inmensidad del silente espacio. Aunque también intervenga, como un ingrediente expresivo singular, la notable música de Steven Prince, que en los momentos culminantes desborda la pantalla y los sistemas de audio. En lugar de contar nada, es mejor afirmar que se trata de una experiencia única, ubicada en un contexto en el que la tensión se acentúa ante lo desconocido –sin necesidad de apelar a ningún alien, ET, o ejemplar semejante-, y que sólo debería ser apreciada en una sala de cine para aprovechar en toda su dimensión la expresividad y el meticuloso trabajo de la imagen, en un 3D aplicado de manera excepcional. Sus asombrosos logros técnicos quedan expuestos desde el formidable y climático plano secuencia que abre el film, y la interpretación de Sandra Bullock quita el aliento, ese que escasea en varios de sus pasajes. George Clooney no es aquí protagonista, es sólo –y nada menos que- un impecable partenaire de lujo. Con o sin gravedad, cine en su máxima expresión.