Más allá de los vaivenes de su filmografía, Y tu mamá también es una obra sobrevalorada y no estaría mal discutir cual fue su aporte real a la saga de Harry Potter, Alfonso Cuarón es un realizador muy respetado en Hollywood y el mundo.
Gravedad es un trabajo muy personal, el guión fue escrito por él y su hijo Jonás. El realizador hizo un profundo trabajo de investigación para saber cuál era la mejor manera de plasmar en la pantalla sus ideas visuales.
En ese sentido Gravedad es un rotundo éxito. Es un triunfo de Cuarón poder llevar adelante una idea y una historia amparado por un gran estudio sin permitir que lo dobleguen con absurdos cambios y recomendaciones. Lujo que dentro de las grandes producciones de la industria estadounidense solo se pueden dar realizadores reputados como James Cameron y Steven Spielberg, por ejemplo.
Lo mejor del filme reside en su primera media hora, con planos secuencias y diálogos que van delineando la psicología de los personajes, y un espectáculo visual extraordinario que se prolongará durante casi todo el metraje.
Cuarón construye una gran aventura donde una científica, devenida en astronauta, perdida en la infinidad del espacio intenta salvar su vida y regresar a la tierra. El filme se sostiene a partir del ritmo, los efectos y las actuaciones de fisicidad escondida detrás de esos trajes.
En el costado del debe hay que señalar que Cuarón apuesta al espectáculo en detrimento de una búsqueda más introspectiva de la protagonista que le hubiera permitido alcanzar al filme y al trabajo de Sandra Bullock mayores matices. En última instancia Gravedad es puro artificio, pero artificio del mejor, del que nos permite estar los 90 minutos al borde de la butaca disfrutando de un relato sensorialmente impactante.