Sobran las palabras
Si “Gravedad” hubiese sido una película muda seguramente hoy sería una joya del séptimo arte. Pero, lamentablemente, los dos astronautas que flotan como bebés en el espacio hablan a través de diálogos entre cancheros, vacíos y repitiendo todos los lugares comunes del cine de Hollywood, y, después, cuando sólo queda un sobreviviente del desastre ocasionado por un obsoleto satélite (obviamente, de procedencia rusa) a través de la voz de la conciencia fortaleciendo el regresar a casa.
La paz ingrávida y poética del cosmos merecía otro tipo de parlamento, tal vez algunas reflexiones de cierta profundidad sobre la existencia humana o, quizá, el más absoluto silencio en medio de la inmensidad sideral. Pero nunca la voz del astronauta Clooney hablando como un Humphrey Bogart, compadrito ante la mismísima certeza de muerte. Insoportable.
Alfonso Cuarón filmó una hipnótica película de hora y media de duración: un verdadero salto tecnológico al espacio y en 3D. Un viaje emocionante y con grandes resultados estéticos. Pero termina decepcionando (quizá por los mismos motivos que cautivó al público norteamericano) porque en definitiva se trata de un nuevo tanque de la gran industria.
Por todo esto el viaje astral de la astronauta Bullock termina siendo un conjunto de tomas hermosas -que en su conjunto forman un bello relato cinematográfico- acompañadas por un parloteo insufrible y decepcionante, que va de lo melodramático a lo patético, sin poder eludir en ningún momento a las frases hechas.
Muda hubiera sido una gran película.