¿En qué consiste el espectáculo del cine? Esa es una pregunta que siempre me hago cuando estoy viendo una película. Creo que si un filme logra borrar las fronteras y dimensiones de la pantalla, en parte, cumplió con uno de sus objetivos. Obviamente después hay que ver otras cuestiones, tipo de estructura narrativa, elección de planos, musicalización, etc., pero si cumplió con esto de hacernos entrar de lleno en la pantalla, y borrar nuestra mortal existencia de la sala, todo lo demás puede ser muy secundario.
Cuando un director logra transmitir TANTO, como en esta oportunidad, y hace CREER que su historia, más allá que transcurra en el espacio, en el agua o en la tierra, es tan vívida podemos decir que estamos frente a una película magistral y que cualquier detalle menor (por ejemplo exceso de música) pasará inadvertido. Estas reflexiones me surgen luego de ver “Gravedad”(USA, 2013) de Alfonso Cuarón (“Y tu mamá también”, “Grandes Esperanzas”, etc.), un espectáculo que sólo puede ser visto en el cine y en 3D, en una de las mejores utilizaciones de esta tecnología (destaco también la escena inicial de “Star Trek Into Darkness”).
En “Gravedad” hay un astronauta, Matt Kowalsky, canchero, ganador, interpretado por, quién sino, George Clooney, que lidera una misión de reparación de una plataforma espacial. Junto a él está Ryan Stone (Sandra Bullock), una doctora rígida, estructurada y que se ubica en sus antípodas. Mientras están reparando un panel de comunicación una serie de deshechos de un satélite ruso se dirige de manera imprevista hacia a ellos, y pese a tratar de hacer lo imposible para esquivarlos, son duramente impactados. Sólo sobreviven Kowalsky y Stone, quienes deberán encontrar en el medio de la nada, NADA literal, las decisiones que los lleven a un pronto camino a CASA (Tierra).
Esta simple historia de supervivencia, superación y pasión, le sirven a Cuarón para reflexionar una vez más sobre preguntas existenciales que acechan al hombre: ¿Qué es el hombre? ¿Para qué vivimos? ¿Qué somos frente a la inmense”, pero que en esta película, además, funcionan como vectores del personaje de Bullock, quien intenta encontrar un sentido a su vida, alguien que quiere rezar frente a la adversidad, pero descubre que nadie nunca le enseñó cómo. El 3D hace inmenso ese espacio agobiante y hasta claustrofóbico y explota en la pantalla. Hay una idad del espacio? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Cómo sobrellevar la pérdida de un ser querido?
Entre otras, y con las que ya había trabajado en “Niños del Hombrescena de una belleza extrema en la que Ryan ingresa a una de las cápsulas de una de las plataformas espaciales, se desnuda y reposa en posición cuasi fetal. Erizante. Desoladora. Cuarón elige arrancar la película en silencio, con planos de la tierra vista desde el cielo para introducirnos en lo que será una de las principales virtudes de esta película, la inmensidad. Porque no hace falta que esté Buzz Lightyear gritándonos “Al infinito y más allá”, estamos en el más allá, estamos en la nada, en el no espacio, y gravitamos con Bullock y Clooney y junto a ellos palpitamos todas sus sensaciones.
Mareo/Paranoia/Adrenalina/Angustia son algunas de las emociones que uno atraviesa durante los 90 minutos que dura “Gravedad” y que apoyándose en planos circulares, subjetivos y objetivos, potencian la idea de estar en el espacio, solos, aislados. Además de las imágenes símil National Geographic, las impecables actuaciones (Bullock a ¿por el Oscar?) hay otro importante actor: el silencio, que genera sentido todo el tiempo, contrastando con la magnitud de la noche.
Trama casi aristotélica, con puntos de giro bien marcados y a su vez esperados, y que pese a algunos lugares comunes y un exceso, por momentos, de la estridencia de la B.S.O.y claras referencias a clásicos como “2001”, esta mezcla de “COSMOS” de Carl Sagan con “Naúfrago” es un espectáculo visual de una belleza y consistencia increíbles.