UN VIAJE EXTRAORDINARIO
Noventa minutos de cine puro. O mejor dicho, noventa minutos en los cuales no es posible dejar de mirar, en los cuales toda nuestra atención y todo nuestro interés se concentra en la pantalla como pocas veces. Como la primera vez. Como cuando uno ve una película realmente buena, realmente cinematográfica y el mundo es ese rectángulo al cual no podemos dejar de mirar. Gravedad es una obra maestra del lenguaje cinematográfico. No una, no dos, sino muchas veces conmueve, apasiona, abruma. Desde el minuto uno hasta el minuto final, el espectador queda atrapado, comprometido con lo que ve. Todo nos importa, todo lo que pasa en la película es vital para nosotros. Esto no es un accidente, esto no pasa cada vez que entramos al cine. Sin duda acá hay un trabajo del director que, ayudado por la tecnología (el cine es tecnología desde que nació, después de todo) es capaz de crear universo que nos sorprenda, que nos haga vivir como real una experiencia que sólo como espectadores podríamos vivir.
El mexicano Alfonso Cuarón siempre fue un cineasta fuera de serie, pero construyó su filmografía poco a poco. Desde la comedia Solo con tu pareja (1991) demostró interés por los géneros y el cine masivo. Aunque aquel film no es más que un primer paso, si se lo compara con todo lo que vino después. En lo personal yo consideré su siguiente película, La princesita (1995), como una obra maestra. Ya en Hollywood, Cuarón demostraba que con el presupuesto y las herramientas adecuadas estaba listo para hacer historia. El espíritu dickensiano de aquel film tal vez lo llevó a encontrarse con una adaptación moderna de Grandes esperanzas (1998). El film comenzaba bien pero se iba deshaciendo con el correr de los minutos. Sí se podía destacar una delicada paleta de colores y el gran trabajo de su fotógrafo Emmanuel Lubezki. Tal vez abrumado por esa experiencia, Cuarón volvió a México y realizó Y tu mamá también (2001), una de esas películas que –para bien o para mal- no se pueden hacer el Hollywood. Con energía renovada aceptó hacer la que muchos considera la mejor de las películas de Harry Potter: Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004) y luego se lanzó a la ambiciosa y notable Niños del hombre (2006) que le sirvió, entre otras cosas, para realizar algunos de los planos secuencias más impactantes de la historia del cine. Varios años pasaron luego hasta llegar a esta nueva película que sin duda lo deja no sólo a las puertas del Oscar, sino dentro de la historia del cine.
Contar el argumento de esta película sería una tontería, debo ser sincero. Transcurre en el espacio, sí, eso queda claro desde el afiche. Hay problemas, sí, eso es lo que le da drama a la historia. Pero anticipar dichos problemas, contarlos, es secundario. Sí es interesante comprobar que el cine tiene todas las herramientas para fascinar y que no se necesita más que un gran talento para poder utilizarlas. ¿Pero cuánta gente tiene ese talento? Hace poco volví a ver Jurassic Park de Steven Spielberg, y ahí hay, obviamente, talento. Uno puede ver un film de James Cameron y encontrar ahí también esa magia que tienen los genios. Hay miles y miles de películas que intentan por todos los medios engancharnos, impresionarnos. Hay explosiones, efectos, luces, imágenes grandilocuentes jamás vistas, pero no es una cuestión solo de hacer cosas grandes y efectistas, sino de construir un relato que nos importe. Como cuando el héroe cuelga del precipicio y lo único que queremos es que se salve. Cuando la heroína se juega todo en cada escena y por la forma en la narración se construye su destino es el nuestro. Y este viaje extraordinario por supuesto incluye subtramas y temas que con sutileza y sin subrayados forman parte del film. El cine norteamericano es el que ha entendido esto mejor que nadie. Aun cuando muchos de sus maestros no hayan nacido ahí, han filmado con ese espíritu y más tarde o más temprano se han sumado a esa industria. Gravedad es una película en muchos sentidos arriesgada, a contracorriente, y a la vez es una película que utiliza la tecnología de punta al servicio del entretenimiento de una manera brillante. No podemos hablar de una crisis del cine ni que la televisión lo ha superado cuando aparecen películas como Gravedad. Es el mismo viejo oficio de contar historias. Con algunas herramientas nuevas, pero con las mismas reglas básicas. Nada a cambiado y quienes han querido romper el lenguaje del cine a lo largo de más de un siglo, solo han sido estrellas (falsas y) fugaces. Como cierre hay que decir que George Clooney está magnífico, como siempre, pero que sin duda el personaje de Ryan Stone que interpreta Sandra Bullock ya está en la lista de las más grandes heroínas de la pantalla grande. Ella es la pieza clave para que todo el trabajo del director, productor, montajista y guionista Alfonso Cuarón tenga esa gracia extra que solo tienen los clásicos de todos los tiempos.