“Green Book” es una excelente comedia dramática sobre la intolerancia, sentimiento que se hace explícito en un viaje en automóvil por todo el sur de los Estados Unidos a principios de la década de 1960. Viggo Mortensen, en un trabajo que bien podría darle el Oscar, es un portero del club Copacabana de Nueva York que se queda sin trabajo y es contratado como chofer y guardaespaldas de un virtuoso músico afroamericano, que debe hacer una gira por el Big South racista. El guión está basado en una historia real, pero de todos modos el personaje del Dr. Shirley, el músico, tal como lo interpreta Mahershala Ali, es casi un marciano, y que en 1962 encontrar un afroamericano que habla varios idiomas y nunca comió pollo frito parecería algo imposible.
El personaje de Mortensen es un ítaloamericano con ribetes gangsteriles que resulta más familiar gracias a tanta película de Scorsese. De hecho, también podría haber salido de la serie “Los Soprano”. Que ambos congenien ocurrió en la vida real (el libro es del hijo del personaje auténtico, Villalonga), pero de todos modos necesitó de un brillante armado por parte del director, Peter Farrelly, y sus dos actores, para que todo resulte verosímil. El titulo ya adelanta varias de las amargas situaciones que el viaje le deparará al dúo: el “green book” era una guía turística de hoteles del sur segregado donde solo podían alojarse los afroamericanos.
La película representa un singular cambio de tono para Peter Farelly, codirector de comedias como “Tonto y retonto” y “Loco por Mary”, que ahora filmó sin su hermano Bobby. La música, que recorre estilos desde Chopin y Debussy hasta el mejor soul y rock and roll es uno de los factores que sirven para apuntalar esta excelente “road movie” formidablemente actuada y dirigida.