El racismo dentro de los Estados Unidos, a lo largo del tiempo, resulta ser algo recurrente y, en materia cinematográfica, esas épocas fueron utilizadas numerosas veces para la creación de historias. En este caso, quizás pueda considerarse como un leve giro de tuerca lo que propuso Peter Farrelly en la dirección de este largometraje escrito por él, Nick Vallelonga y Brian Currie.
Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen) es un estadounidense con raíces italianas, quien tiene que buscar trabajo luego de que el restaurante donde se encarga de la seguridad cerrara por refacciones. Es por ese motivo que su camino se cruza con el de Don Shirley (Mahershala Ali), un virtuoso pianista afroamericano, quien necesita de un asistente que no sólo sea el chofer de su gira a través de todo el sur estadounidense, sino que solucione complicaciones a lo largo del camino.
Las actuaciones de Mortensen y de Ali son majestuosas. Calificativo en aparencia exagerado, pero útil para que cada persona confirme por su cuenta si está bien aplicado o no.
Viggo Mortensen subió veinte kilos para ponerse en la piel de este individuo insaciable de comida. A su vez, logra representar muy bien la complejidad de su personaje que trabajó en cualquier lugar por la necesidad de llevar alimento a su casa, habiendo desarrollado una excelente capacidad de persuasión en su trayecto, pero careciendo de una buena alfabetización. También, a pesar de sus raíces inmigrantes, Vallelonga tiene actitudes racistas pero que, al conocer a Don Shirley, se modifican por completo.
En cuanto a Mahershala Ali, recreó a un personaje diametralmente opuesto. Don Shirley es alguien sumamente culto, quien habla varios idiomas y triunfó en el mundo de la música. Sin embargo, durante la década del ’60, el racismo tuvo un ápice de violencia y él siempre fue una víctima de la misma. Por ejemplo: él toca música contemporánea porque se vio obligado a eso, ya que los blancos no querían ver a alguien con su color de piel tocando música clásica, género que Shirley estudió desde los tres años. A lo largo de la película se mostrarán diversos aspectos de su historia de vida que no sólo no se condice con la de Vallelonga, sino que tampoco con la de la gente afroamericana dentro de Estados Unidos.
La dirección también se mantiene a la altura de las circunstancias. El manejo de la cámara es el adecuado, pero lo que se destaca son los vestuarios de cada personaje, además de la ambientación de los años ’60. Mientras que el personaje de Mortensen no se preocupa por la vestimenta, el de Ali se viste con camisas de colores exóticos que siempre se destacan en cada escena, marcando así la oposición de cada uno.
Por su parte, el guion es brillante. Cuando quiere buscar emoción, lo logra. Cuando quiere hacer reír, también cumple en situaciones que se mantienen a tono con la historia, sin recurrir a diálogos aburridos ni estúpidos. Sin dudas, éste es un aspecto fuerte de la película.
“Green Book” es un film que quedará para el recuerdo por muchos años. Pone sobre el tapete una historia de racismo que apunta a cambiar la mentalidad de cada persona que mire la película, ya que se sitúa en el otro extremo de la violencia. A su vez, la dupla Mortensen – Ali se desenvuelve con tal química que es más que fácil identificarse con alguno de sus personajes. En definitiva, las nominaciones cosechadas por este largometraje son más que merecidas.