Década de los 60, Tony “Lyp” se queda momentáneamente sin trabajo, hasta que el local nocturno donde tiene contrato hace unas remodelaciones. Buscando conseguir algo temporáneo, le llega la posibilidad de ser chofer y asistente del Doctor Don Shirley, un talentoso pianista afroamericano. El choque racial y cultural de ambos hombres será parte clave para las dos semanas que deberán compartir en la carretera mientras Shirley da una serie de conciertos.
Llega a nuestros cines otras de las candidatas a los Oscar, y podemos decir que, por suerte, este si es un film que tiene calidad para competir por dicho premio, siendo una de las pocas ternadas que puede presumir de esto. Así que es hora de hablar de Green Book: una amistad sin fronteras.
En los primeros compases de la película, un miedo puede surgirles, ya que a quien les habla, le pasó lo mismo, ya que, Tony “Lyp” (Viggo Mortensen), parece ser un cliché andante de un italoamericano: habla a los gritos, se la pasa comiendo con malos modos y su forma de hablar es por demás vulgar. Lo mismo podríamos decir del Doc Shirley(Mahershala Ali), quien, con solo un par de minutos en pantalla, sabemos que proviene de otro mundo, con educación de élite y casi sin saber moverse sin asistentes.
La química que vemos entre Viggo Mortenseny Mahershala Ali es casi el 100% de Green Book: una amistad sin fronteras. Ambos intérpretes demostraron ser garantía de buenas actuaciones, y acá lo vuelven a confirmar; pero desde que empiezan a interactuar, el film se potencia y podemos encontrar varios de los mejores diálogos vistos en este mes; así como algunos gags bastante efectivos (otros no tanto, ya que caen en la sobre explicación de alguna situación).
Con esto último también debemos destacar la mano del director, Peter Farrelly (si, el mismo de Los Hermanos Farrelly), quien muestra que en su haber tiene comedias como Tonto y Retonto o Locos por Mary. Pero a su característico humor (que por desgracia se había esfumado en sus últimos proyectos), debemos destacar su buena mano para la dirección.
No lo decimos porque muestre una dirección virtuosa, sino porque la recreación de 1962 es perfecta, y es, junto con las actuaciones, el apartado donde más brilla Green Book: una amistad sin fronteras, transportándonos a dicho año en cuestión de fotogramas.
Sin haber leído el libro en el que se basa la película, Green Book: una amistad sin fronteras es muy entretenida, y sus más de dos horas de duración nunca se hacen pesadas, lo cual habla de un guion bastante ligero y bien construido. Como dijimos, de las pocas nominadas a los Oscar, que si merecen tener dicho honor.