Más pretenciosa que “Miss Daisy”
El film, uno de los favoritos para los Oscar, narra la historia de Lip, quien tras perder su trabajo se encuentra con una segunda oportunidad siendo chofer de un compositor afroamericano.
Y a estamos cerca de la entrega de los Premios Oscar, que se realizará el domingo 24 de febrero. Por eso, a nuestro país empiezan a llegar algunos filmes favoritos, ya estrenados en otras partes del mundo, que fueron “guardados” para contar con una garantía a la hora de su llegada a la taquilla: si son favoritas, como es el caso de “Green Book” que está nominada en cinco categorías (“Mejor película”, “Mejor guión original” y “Mejor actor”, entre otras), las chances de tener una buena recaudación aumentan.
Viggo Mortensen y Mahershala Ali, protagonistas de "Green Book".
Peter Farrelly, que con su hermano se hizo famoso por varias comedias de los 90 que ya se convirtieron en clásicos, se anima a otro tipo de filmes, y se acercó al costado dramático e intimista de Hollywood con “Green Book”. Resultó una de las producciones mejor “rankeadas” entre la crítica, además de haber ganado varios premios BAFTA, Globos de Oro y Critic’s Choice.
A pesar de los títulos, el filme, si bien es disfrutable, es demasiado complaciente y sus creadores, conscientes de lo que podría provocar, como si conociesen la fórmula ganadora. La historia es la de Lip (Viggo Mortensen), que, tras perder su trabajo como guardia en un club nocturno de Nueva York, se encuentra con una segunda oportunidad siendo chofer de Don Shirley (Mahershala Ali), pianista y compositor afroamericano que realizará un tour por el sur de Estados Unidos.
Viggo Mortensen y Mahershala Ali, protagonistas de "Green Book".
Como es sabido, en los años 60 aún la segregación racial era muy fuerte en algunas zonas de aquel país, especialmente por los lugares por los que debía viajar Shirley. Por eso, Lip, quien, oh casualidad, es racista, además de conductor se transformará en una especie de guardaespaldas del músico. Dos personas de mundos diferentes, que a lo largo de charlas y conflictos terminan forjando una amistad incondicional. Casi que se puede oler, desde su argumento y su pretensión, la intención de ser “oscarizable”.
Es decir, la atención que puedan darle al filme para premiarlo, ya que cuenta una historia de vida, temas políticamente correctos (la Academia queriéndose alejar cada vez más de su “Oscar so white” - “Oscar tan blanco”) y grandes actuaciones de artistas comprometidos y que son del gusto de Hollywood (Mahershala Ali, en este caso). Si bien es probable que la película se llene de laureles, a esta especie de “Conduciendo a Miss Daisy” se le notan demasiado los hilos, y mucho más al tener tanto foco en la temporada de premios. Si hubiese sido estrenada lejos de febrero, quizás habría corrido con otra suerte.