Típica película de fórmula recontra probada para obtener nominaciones. Ojo que esto no significa que sea mala, porque dista de serlo. Pero es un film con poco mérito.
Está nominada al Oscar por el tema que abarca, y por el mensaje. Es una de esas llamadas “feel good movies” (películas para hacerte sentir mejor).
El paralelismo con Driving Miss Daisy (1989) está más que claro. Pero la cosa no pasa por ahí, y la búsqueda es otra.
Aquí, Peter Farrelly, quien viene de los fracasos Los tres chiflados (2012), Movie 43 (2013) y Dumb ans Dumber To (2014), se separa de su hermano para meterse de lleno en un drama con tintes de comedia, y se apoya por completo en sus actores.
Si este film es bueno, se debe a su dupla protagónica.
Ahora bien, prefiero mil veces más al Mahershala Ali de la nueva temporada de True Detective (HBO) o al que vimos en Moonlight. Aquí me costó un poco creerle.
Contrario a lo que me pasó con “nuestro” Viggo Mortensen, quien se adueña de la película a puro carisma.
Y si bien hay partes que te indignás, porque no podés terminar de entender el racismo, ya lo vimos muchas veces y de maneras muy diversas.
Se trata de un hecho real, lo cual le suma puntos en ese sentido. Pero aún así, la historia pasa sin mayores sobresaltos y sabés inmediatamente cómo va a terminar e incluso te podés imaginar la escena final.
Green Book es una buena película, pero no mucho más que eso. Su nominación al Oscar para por plena coyuntura.