Green Book: Una amistad sin fronteras.
Siendo una de las principales candidatas al Oscar, este jueves se estrena Green Book, dirigida por un sorpresivo Peter Farrelly y protagonizada por nuestro tan querido Viggo Mortensen. ¿Tiene su puesto merecido en esta carrera de premios?
Esta historia basada en la historia real del italoamericano Tony Vallellonga que trabaja como chófer del habilidoso pianista Don Shirley, que es discriminado por su color de piel y debe luchar contra la sociedad que lo aísla. Claramente resalta que una película tan dramática y social este dirigida por Peter Farrelly, conocido por liderar comedias del estilo de “Tonto y retonto” o “Locos por Mary“. Por suerte debemos aclarar que el tema está tratado con seriedad en los momentos que lo merece, y la historia real que cuenta está retratada, por lo menos, con respeto. Eso no quita que la película tiene sus momentos de humor, pero están llevados con buena mano, manteniendo el tono de la obra y aligerando su visionado.
Lo primero a destacar en la película es, sin lugar a dudas, las enormes actuaciones de los personajes principales. Viggo Mortensen haciendo de Tony es el principal estandarte del film, y es muy divertido ver toda la caracterización del actor y sus cambios para adaptarse al personaje italoamericano que interpreta. Desde el clásico gesto con la mano hasta la forma en la que habla y se mueve, Viggo hace un papel genial que, junto a la excelente interpretación secundaria de Mahershala Ali como Don Shirley, conforma la cúspide de calidad.
El problema es que, dejando estas enormes interpretaciones a un lado, la película no logra mucho más. Visualmente no destaca en nada más que algún momento de ambientación acertado, algo frustrante si recordamos el potencial del tema que habla la historia. El sonido, por ejemplo, es otro elemento dejado de lado, y que frustra aún más sabiendo que la película habla de un músico siendo discriminado. No es que no haya música, porque obviamente es un elemento importante del film, pero no destaca en absoluto y los pocos momentos musicales son olvidables. Todos estos aspectos técnicos no están mal, ni molestan específicamente, sino que están desarrollados con lo justo, y dejan a las interpretaciones como el único caballito de batalla en la película.
El guion, en cambio, da una de cal y otra de arena. Por un lado está el desarrollo monótono de la trama, que no sorprende en ningún momento. Los pasajes más intensos dramáticamente son débiles y no llegan a jugar del todo con el potencial de la historia. Aunque los instantes en los cuales uno realmente comprende el mensaje del film y logra ponerse en la piel de los personajes existen, pero se cuentan con los dedos de una mano. En cambio, el humor en el film está desarrollado de una manera mucho más efectiva y precisa, y entendiendo de dónde viene el director, es comprensible. No es burdo, pero tampoco es un humor sutil, manteniendo un balance muy adecuado y que no irrumpe en el ritmo de la película.
En conclusión, Green Book: Una amistad sin fronteras es una historia agradable y realizada con aprecio y cariño. Las interpretaciones de Viggo Mortensen y Mahershala Ali son claramente destacables y merecedoras de cualquier nominación, pero la película en si no trasciende ni se destaca en nada más. Su guion es un poco predecible y su desarrollo es un poco cliché, pero cuando los créditos corren, se termina apreciando el viaje.