Green Book: una amistad sin fronteras

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Green Book no termina siendo una road movie simplona y corriente, por la gran dupla protagónica que constituyen Viggo Mortensen y Mahershala Ali.

Peter Farelly es uno de esos directores que tiene el mote de ser considerado como un director de comedias livianas. En su haber, cuenta con películas como Tonto y Retonto (1994), Locos por Mary (1998) e Irene, yo y mi otro yo (2000). Todos clásicos que han sabido hacer reír y quedarán por siempre como aquellas que sirvieron para establecer un tipo de comedia en particular y que sirve a su vez, como la piedra fundamental para las películas cómicas de hoy en día. Después de aquellas, el director supo alternar otras producciones más mediocres y otras que fueron definitivamente malas como Tonto y Retonto 2 (2014), donde Peter chocó la Ferrari que él mismo supo comprar con Harry y Loyd alla en el ’94. Después de aquella última incursión con la comedia, Farelly decide volver a ponerse detrás de las cámaras para adaptar una historia real donde se despega de las películas de humor absurdas y se mete de lleno en una aventura de amistad, inclusión y aceptación en una época donde esa parece ser la fórmula del éxito en lo que a los premios se refiere en Green Book: Un amistad sin fronteras (Green Book, 2018).

Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen) es un trabajador y ciudadano promedio, con raíces italianas, que junto con toda su familia viven en la Nueva York de 1962. Tony, quien pierde su trabajo como empleado de uno de los bares más famosos de la ciudad, se empieza a venir a pique cuando no solo no encuentra un trabajo estable, sino que empieza a empeñar sus artículos personales más importantes con tal de llevar el dinero a su casa. Cuando la situación económica de Tony empieza a ser limite, una oportunidad laboral se le presenta y no podrá declinarla más allá de que el trabajo en sí mucho no le convenza. El trabajo, será el de hacer de chofer y asistente personal de Dr. Don Shirley (Mahershala Ali) uno de los músicos más reconocidos del momento y con un talento impresionante, durante una gira de más de dos meses, pero que al mismo tiempo lucha contra el racismo instalado en la cultura estadounidense solo por ser negro. Juntos, Tony y Don deberán limar sus asperezas para poder conseguir una relación, de respeto, cordialidad y una amistad que muchos deberían imitar.

A pesar de los grandes momentos de comedia y de la impecable química entre los protagonistas, la película no da el salto de calidad que se hubiera necesitado para posicionarla entre las mejores producciones del año. Uno de los motivos principales es del enfoque en el guión, ya que tanto Farelly como los escritores (Vallelanga incluido) decidieron hacer hincapié en el personaje de Tony y es él, el que nota todos los tratos raciales hacia Don. Para simplificarlo, por muchos pasajes la película se centra en explicar la rudeza y los contextos de racismo desde el personaje del hombre blanco. A pesar de eso, la historia es una amigable aventura de amistad y de sobreponerse a los estigmas sociales, de un lado y del otro. Por suerte el guión también cuenta con situaciones de humor en donde la seriedad se descomprime de manera efectiva y ambos personajes tienen grandes momentos frente a la cámara.

En cuanto a las actuaciones, cuestionar o no reconocer los dotes actores del Viggo Mortensen es no tener idea de lo que él es capaz de hacer. Por su versatilidad, por su vida casi de cosmopolita y por su dedicación y trabajo constante, el labor de Viggo es de los mejores en todo el año. Pero aquí queda opacado por el gran, gran, gran, trabajo de Mahershala Ali que decididamente se roba la película con su excelente interpretación. Los momentos emotivos en donde el espectador puede verse afectado, vienen todos por el lado de Ali decididamente. El resto del elenco cumple un rol totalmente secundario y que se dedica exclusivamente a rellenar la trama.

Green Book está lejos de ser una película perfecta. Está bastante llena de estereotipos y clichés pero tiene un pareja de protagonistas que provocan que una aparente y corriente road movie, se posicione como la película favorita de la corrección política.