Enero y febrero suelen ser los meses donde aparecen los estrenos malos de terror que los estudios de Hollywood se sacan de encima con muy poca difusión.
Dentro de este tradicional panorama hay que darle el crédito a la histórica productora Orion por hacer el esfuerzo de intentar ofrecer algo diferente con este proyecto.
La idea de trabajar el cuento de Hansel y Gretel a través del género de terror no es nueva, en el pasado el cine coreano abordó un concepto similar con mejores resultados en esa gran película del director Yim Pil-sun (estrenada en el 2008) que le daba una vuelta muy original al clásico relato.
En este caso el director Oz Perkins desarrolla el argumento con una mayor orientación hacia la fantasía oscura y los elementos esotéricos del folclore europeo.
Una diferencia que presenta este film con otras adaptaciones es que Gretel acapara más la atención dentro de la dupla que conforman los hermanos.
Hansel es prácticamente un florero que no aporta nada y el peso del conflicto recae en la temática de brujería y la experiencia del despertar a la adultez que atraviesa la protagonista.
Perkins presenta un buen trabajo con toda la puesta en escena creativa que la aporta a su narración y el modo en que representa esos elementos macabros fascinantes que rodean a los personajes.
Esta no es una película que se centre en jumpscares predecibles sino que intenta generar climas de tensión con las atmósferas que elabora el director.
Lamentablemente este estreno es también uno de esos casos donde el estilo visual prima sobre el contenido y la ausencia de un argumento más sólido termina por afectar la experiencia.
Se nota que Perkins se enamoró de toda la iconografía macabra que quería aportarle al cuento de hadas y los aspectos estéticos, pero descuidó el guión que ofrece un relato muy aburrido.
Ni siquiera la presencia de una buena actriz como Sophia Lillis consigue que se pueda conectar con el personaje principal que nunca despierta interés.
En esta producción por cierto tampoco ofrece su labor más inspirada.
Alice Krige le inyecta un poco de vida a esta película en el rol de la bruja con una composición que presenta algunos de los mejores momentos de la trama.
El tema con esta producción es que no tiene un buen desarrollo de la historia, el director introduce conceptos e ideas que después quedan en la nada y el destino final al que llega el film resulta insatisfactorio para la intriga que pretendía construir.
Pese a que apenas dura 87 minutos, el film se siente mucho más largo y la experiencia resulta algo decepcionante.
Gretel y Hansel representa esa clase de películas que son lentas sin otro motivo que tener la pretensión de hacer algo “más artístico”.
Comparada con las últimas historias de fantasmistas vengativos que llegaron a las salas la propuesta de Perkins al menos es un poco más decente en los aspectos técnicos, sin embargo dentro de la fantasía oscura ni siquiera le hace sombra a clásicos como Blancanieves: un cuento de terror o En compañía de lobos, de Neil Jordan que en el pasado trabajaron con más solidez el mismo subgénero.
Quedará en manos del Hombre invisible y el nuevo Dark Universe levantar la moral de los fans del terror en la cartelera.