Un cuento dentro de otro.
Decir que este film apoya la movida feminista y no realizar un breve análisis es quedarse en la puerta, además de ser una información implícita en el titulo del film. El director Oz Perkins (hijo de Anthony Perkins), sin subestimar al espectador, avanza y nos entrega la posibilidad de observar esos detalles, los cuales relatan lo que desea transmitir. El mensaje se oculta allí. Recomendada para el espectador tentado por el terror sugerente e interesado en ser partícipe de la historia.
Gretel & Hansel (2020) está basada en el clásico cuento de los hermanos Grimm. En Baviera, a principios del siglo XIV, Gretel (Sophia Lillis) y Hansel (Samuel Leakey), de 13 y 12 años respectivamente, viven en la miseria más absoluta. Su padre murió hace años y su madre ahora está casada con un malvado hombre. Debido a la falta de recursos y al creciente miedo que les produce su padrastro, Gretel y Hansel deciden huir del pueblo. En el bosque se encuentran con varias personas que, de una forma u otra, intentan aprovecharse de ellos. Huyendo, conocen a un amigable cazador que por fin les indica cuál es el camino seguro a seguir. Así, los dos hermanos llegan a la cabaña de Holda (Alice Krige), una simpática mujer que decide acogerlos. Al principio disfrutan de la abundancia de comida y los juegos, pero pronto se dan cuenta que algo no acaba de encajar. Lo que Gretel y Hansel no pueden imaginarse es que en esa cabaña tendrán que enfrentarse a sus peores miedos si quieren sobrevivir.
Perkins es un ejemplo a la hora de ejecutar y aprovechar todos los recursos con los que cuenta, en una película que no debería pasar inadvertida por el espectador. Contando con un guión para nada inocente ni pretencioso, nos invita a sumergirnos en esa historia que siempre percibimos los más curiosos cuando nos contaron el cuento original. Se trata de la oscuridad que también describe nuestra esencia y que, en vano, intentamos ocultar, relatada aquí en perfecta armonía dramática, de allí que se trate de una película de terror. Una fotografía excepcional de la mano de Galo Olivares (Roma, 2018), quien utilizó una paleta de colores fríos y locaciones lúgubres. Además, un trabajo excelente de montaje combinado con la música adecuada, y la notable interpretación de Sophia Lillis y del elenco en general. Es de destacar su estética, repleta de simbolismos. Recomiendo esta película para disfrutar en pantalla grande y leer entrelíneas. A buen entendedor… pocas palabras.
“Genial alegoría de la vida”, “ver lo que no queremos ver”: ambas frases aplican a este film que nos relata la verdad sin brindarnos escapatoria. Con reminiscencias a La Bruja (2015) y a la reciente, -a mi parecer, mejor y controversial película de terror de estos tiempos- Midsommar (2019), un innovador género que deviene de lo tácito. Films como estos estábamos esperando este año, en contrapartida a ese puro terror taquillero. Y es de celebrar, puesto que el espectador se está renovando y exige films diferentes, historias que despierten el interés desde un lugar nuevo e inteligente. Lo explícito, por fortuna, pasó a la historia y contamos con realizadores que están a la altura.