La verdadera Gricel de Contursi
Circulan algunas leyendas acerca de la mujer que inspiró a José María Contursi varios de sus mejores temas, como «Cristal», «Como dos extraños», «Cada vez que me recuerdes», y otros, entre los que sobresale «Gricel». Con música del entonces llamado Marianito Mores, hoy el maestro Mariano Mores. Y una primera grabación a cargo de Aníbal Troilo, su orquesta y su cantor Francisco Florentino, 1942.
¿Pero de veras existió Gricel? ¿Es cierto lo que decían de ella? ¿A qué amor de su pasado dedica Contursi su tango-canción? ¿Y si no fue solo de su pasado, sino que se mantuvo a lo largo del tiempo como un amor oculto, y eso de «ni te acuerdas de mí» fue solo una figura poética, o una trampita para disimular ante la esposa del poeta? Porque él ya era casado, con lo que el comienzo del tango («no debí pensar jamás/ en lograr tu corazón») está hablando de dos pecados, uno explícito en la letra («y con mis besos te aturdí/ sin importarme que eras buena») y otro implícito y hogareño. «Seguía las pautas de la época», lo comprende alguien muy cercano.
El documentalista Jorge Leandro Colás («Parador Retiro», «Más que amor es un sufrir») va en busca de la verdad. Lo hace a través de un joven cantante lírico que aporta su presencia y algún oportuno párrafo de su repertorio, como el «aprite un poquegli occhi» de «Las bodas de Figaro». A él, en Buenos Aires, le cuentan lo que saben José Gobello, Osvaldo Fresedo, Oscar del Priore y otros memoriosos. Le hablan de la rutina de «los claritos» a media tarde, el Marabú, el puchero de gallina en El Tropezón, las diferencias entre Pascual y José María, la culpa y la condición humana en los versos del hijo, los cantores que pretenden «mejorar» las letras, y cómo era ella. «Todos conocíamos a Gricel», le dicen.
Pero alguien le cuenta algo más: Alicia Contursi, la hija que también conoció a Gricel. Y luego, en Capilla del Monte, los vecinos hoy viejitos que la conocieron como Susana, y la nieta, que supo del romance recién cuando murió la abuela y aparecieron los periodistas. Y entre medio, las cartas de amor, las fotos de época, el actor que hoy, por los pueblos serranos, presenta un unipersonal sobre aquellos amores, toda esa historia vivida en la mayor discreción, que se terminaría mostrando públicamente recién en la vejez. Y el miedo de Contursi a la locura. Y la visita del viajero a la capilla. ¿Sería ese que ahí vemos, «el Cristo aquel» que menciona la canción?). Y algunas otras cosas, que pocos habrán imaginado y aquí afloran, provocando interés y hermosos sentimientos.
Buena búsqueda, conducida por Cristina Marrón Mantiñán. Buen armado, aunque uno por ahí se quede con ganas de escuchar las versiones de Goyeneche, Jorge Sobral, o el flaco Spinetta. Pero, seguramente, conseguir los derechos hubiera salido casi tanto como lo que salió hacer la película.