Gringo es un intento fallido por tratar de emular los primeros trabajos de Guy Ricthie y Quentin Tarantino que combinaban a la perfección el género policial con el humor negro.
Esta película representa el segundo trabajo como director de Nash Edgerton, hermano del actor Joel Edgerton, quien en los últimos años fue el cineasta elegido por Bob Dylan para que realizara sus recientes videos.
Aunque contó con un reparto de figuras talentosas que generaban interés por esta propuesta, el film resultó un fiasco tedioso cuyos 110 minutos se hacen interminables.
El gran problema de Gringo es que los guionistas arruinaron una premisa sencilla con numerosas líneas argumentales que convirtieron a la trama en un caos absoluto.
Esta película probablemente debe tener un récord de subtramas entre los estrenos del 2018 que no hacen otra cosa que distraer al espectador del foco central del conflicto.
Muchas de estas historias no aportan nada y las constantes inclusión de personajes genera que la película se vuelva confusa.
Sumado a los momentos humorísticos que no funcionan y las escenas de acción ordinarias cuesta bastante encontrar un motivo sólido para recomendar este film.
David Oyelowo (Selma), el protagonista, es la figura destacada del reparto mientras que el resto de los artistas más conocidos no aportan demasiado.
Al igual que Sicario 2 esta producción se basa en la fantasía hollywoodense que México es el país más peligroso del mundo, donde la mayoría de sus habitantes son asesinos a sueldo o se relacionan con el narcotráfico. Parece que últimamente la culpa de todos los males son los latinos.
En resumen, Gringo es esa clase de películas que abundan en la cartelera de Netflix y a la media hora cambiaste por otra cosa cuando el tedio se volvió insostenible.