La plata o la vida
La ópera prima del doble de riesgo Nash Edgerton, Gringo, se busca vivo o muerto (Gringo, 2018) es una trepidante aventura que posee en su ADN las mejores escenas de películas de acción, principalmente, de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino.
Rodada en USA y México, la historia propone el descenso a los infiernos de Harold (David Oyelowo), un sumiso y correcto supervisor de una empresa farmacéutica que ve cómo sus sueños de progreso y tranquilidad en la tierra prometida se verán truncados a partir de la intervención de su contexto familiar, laboral y social.
Siendo la carnada de dos inescrupulosos jefes (Charlize Theron y Joel Edgerton), Harold deberá agachar la cabeza una vez más y ver cómo su universo de tranquilidad se desploma ante las exigencias de participar en un siniestro plan con el cual, en vez de salvar su pellejo, se verá expuesto a un sinfín de atrocidades en tierras lejanas.
El gringo del título original alude a la referencia con la que en México mencionan a los extranjeros que llegan al país, en este caso el foráneo deberá urdir un plan para contrarrestar la amenaza que lo acecha por seguir la corriente de sus jefes que no quieren nada bueno para él. Así, lo que comienza como un thriller de sospecha, en el que un ciudadano común y corriente se ve envuelto en situaciones, terminará por volverse una cacería en la que ese mismo personaje tendrá que transformar sus cualidades para salir con vida de cada uno de los obstáculos que lo pongan en peligro.
El guion trabaja con solvencia la construcción de los protagonistas, pero también los necesarios cambios con los que potencia los conflictos y las transiciones narrativas. Si Harold en una primera instancia es dibujado como un pobre hombre que comienza a ser parte de un plan mayor que lo tiene como eje, luego se lo presenta como un ser autoconciente que intentará modificar el sendero que debe transitar.
El resto de los personajes, principalmente los de Theron y Edgerton, funcionan como contrapartida y adversarios, pero también como espejo de aquello que Harold también podría convertirse. La actriz sudafricana una vez más potencia su personaje, femme fatale y villana, demostrando su camaleónica capacidad para transformarse en cada una de sus interpretaciones. El australiano por su parte, configura con trazos gruesos ese jefe que quiere todo para sí y que a golpe de suerte puede tener aquello que los demás desean a pesar de ser un cabeza hueca.
Mención aparte Thandie Newton, personaje bisagra en la vida de Harold, interpretando a la mujer de éste, aquella por la que ha pasado horas demás en la oficina y a la que en el último tiempo le ha permitido despilfarrar más de la cuenta.
En el medio una serie de pintorescos secundarios ofrecerán el necesario contrapunto para que el dinamismo y el timing de la historia se potencie, llevando al extremo a los protagonistas, quienes harán lo posible para salir intactos de una serie de infortunios que tiene a la ilegalidad y la violencia, en el centro de la escena.