Los guardianes del status quo
Si Guardianes de la galaxia (Guardians of Galaxy, 2014) era “una divertida aventura espacial llena de entusiasmo por sí misma, escrita con una indulgencia (y déficit de atención) infantil”, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (Guardians of Galaxy Vol. 2, 2017) trae más de lo mismo. Bien por los que les gustó la primera.
La ventaja de la primera película era que contaba una historia más o menos autosuficiente, apartada del bolo fílmico de las demás películas Marvel. No tenía que rendirle cuentas a nadie y podía ser tan tonta y espontánea como quisiera, porque no tenía que compartir el mundo “realista” de los Avengers la segunda aún respira ese mismo aire, pero tiene la desventaja de muchas segundas partes, y es que se siente un puente hacia un tercer y más importante film.
En definitiva Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es un episodio más dentro de una serie, porque empieza como termina y en el medio no ocurre nada de gran importancia. O mejor dicho, cada personaje tiene una pequeña epifanía acerca del poder de la familia, la amistad o el corazón, y por ello supuestamente son más sabios a fin de cuentas; pero nada que los cambie, altere la dinámica del equipo o diste demasiado de todo lo que ya cubrió la primera película.
La historia se centra nuevamente en Peter Quill (Chris Pratt), un forajido espacial, y su tripulación: Gamora (Zoe Saldaña), una alien verde y sexy; Drax (Dave Bautista), un tipo tan musculoso como es naif; Rocket (voz de Bradley Cooper), un mapache con complejo de identidad y Groot (voz de Vin Diesel), una planta bebé ambulante y la cara “tierna” de la película. Quill de repente se encuentra con el padre que nunca conoció, Ego (Kurt Russell), y descubre la verdad acerca de su misteriosa ascendencia y por ende el destino que la acompaña.
Los otros dos personajes que regresan para la secuela son Yondu (Michael Rooker) y Nebula (Karen Gillan), respectivamente el padre adoptivo y la hermana resentida de Quill y Gamora, para ahondar sobre el mensaje tripartito de familia, amistad y corazón. Todo esto es tan trillado como suena, pero de vez en cuando la película logra venderlo como un hallazgo auténtico, sobre todo en lo que refiere a las actuaciones de Michael Rooker, un tipo rudo con corazón de oro, y Kurt Russell en el papel de cretino seductor.
Si gustó la primera película pueden seguir contando con buenos efectos especiales, algunas vistas espectaculares, una visión artística simpática que inventa razas extraterrestres nomás con pintar personas de color verde, azul o amarillo, y una sensibilidad punk para los villanos que es bien demodé. Como en la primera película, Quill es huérfano de la década de los 80s - la década nostálgica preferida del cine estos días - así que el film está repleto de temas musicales y referencias culturales que resultan cómicas y anticuadas a la vez, porque los compañeros extraterrestres de Quill los valoran en un nivel mitológico.
En un mundo donde las películas de superhéroes pueden llegar a tener el peso humano de Logan (2017), apenas se puede perdonar a Guardianes de la Galaxia Vol. 2 por “entretenida y nada más”. Pero mientras la película dura, la diversión lo vale. Y de seguro al menos una de las cinco escenas que la película va largando a lo largo de sus créditos - casi como premios - deje al espectador con ganas de más.