La locura espacial continúa
Cuando hace ya más de tres años Marvel sacó a la luz noticias de que un pequeño equipo llamado Guardianes de la galaxia tendría su adaptación cinematográfica las reacciones fueron variadas y, en general, poco calurosas. A pesar de tener su séquito de fans comiqueros, era obvio que no se trataba de personajes de popularidad comparable a Iron Man, Thor o el recién recuperado Spider-Man. La apuesta parecía tímida e, incluso, alejada del gran Universo Cinematográfico construido por el resto de películas. Esto provocó el desarrollo de un producto mucho más libre de jugar con los cánones marcados por el estudio, y acabó convirtiéndose en el taquillazo que todos conocemos.
Ahora este grupo de irreverentes “héroes” espaciales vuelve enmarcado en el canon que ellos mismos crearon, pero también bajo una vigilancia mucho mayor al haberse incluido definitivamente en el universo marveliano de la gran pantalla como una pieza fundamental en el camino a las esperadas Guerras del Infinito (que cerrarán la presente fase del estudio).
A pesar de formar parte de esa gran maquinaria bien engrasada de los Vengadores y compañía, su director, James Gunn, tiene muy claro que lo suyo es una rara avis de un encanto especial: con una estética más parecida a Flash Gordon, la película vuelve a ser un producto que bebe de toda aquella cultura popular a caballo entre los 70 y los 80, con iconos más que reconocibles incluso por los más jóvenes, como el piloto del coche parlante más famoso de la televisión. Con la música de nuevo como hilo conductor, parece decidida a repetir los patrones de la primera entrega, y hacerlo de forma aún más exagerada, sin preocuparse por la caricatura que ya era desde su concepción.
Así, uno no tiene la sensación de estar viendo un nuevo capítulo en esa gran serie creada por La Casa de Ideas, sino una historia particular, en la que no hay que atar cabos al exterior para asumir su total entendimiento. A pesar de ello se han preocupado en funcionar también como otro gran anuncio del final de la saga a la que pertenece: las menciones a Thanos son ese sutil pero efectivo enlace y recordatorio que no podía faltar. Sin embargo cumple muy bien su propósito sin que tengamos que ser conscientes de que se trata de otra miguita que nos guía en el camino trazado por Marvel: al fin y al cabo, todo esto sirve para establecer al equipo que se unirá a los Vengadores en el futuro.
La mayoría de películas de fórmula (y de esto Disney sabe un poco) suelen tener un personaje conocido como alivio cómico: aquel que rebaja la tensión con sus comentarios o torpeza en el momento adecuado. Aunque aquí algunos poseen este papel de forma más marcada, sorprende la forma en que se despliega un abanico de varios personajes con esta función en diferentes formatos. Una mezcla así puede ser desastrosa si no se calibra correctamente, y éste es sin duda uno de los grandes aciertos del largometraje: las dosis de comedia vienen de todas partes, pero de forma controlada para no acabar abrumando y fatigando al espectador. Se descubre por tanto como una comedia espacial con tintes épicos y elevadas dosis de acción que a veces parecen entorpecer, irónicamente, el ritmo de la pieza.
Guardianes de la Galaxia Vol. 2 sabe lo que es y su objetivo, mantiene un tono alto durante todo el metraje y mide las cantidades de aquellos elementos que ya le dieron éxito a su predecesora.