LA BATALLA DEL MOVIMIENTO
En la guerra interminable de la pantalla grande que enfrenta a los dos colosos provenientes del comic, DC y Marvel, está claro que el segundo reina en base a instalar el humor como motor de sus productos. El aire oscuro y sombrío de sus héroes más conflictuados es explotado por las series de Netflix y no pareciera existir un punto de convergencia con el universo cinematográfico tan risueño como colorido en cada una de las sagas, se crucen argumentalmente o no. DC entendió esto, quizás un poco tarde, y tal es así que en el tráiler de la inminente Liga de la justicia todas las líneas son bromas inspiradas con descaro en los personajes de su competidora. Pero cuando todo parecía indicar que el abuso del recurso podía lograr que las cosas se pongan más serias, James Gunn apuesta a convertir a la secuela de Guardianes de la galaxia en una comedia que no sólo tiene un despliegue infernal de acción y efectos especiales, sino el ritmo narrativo de una sit-com.
Desde la escena de los créditos se intuye que todo será un mar de risas, cuando el cuarteto de protagonistas se bate en una encarnizada batalla con una criatura infernal, cada uno a su modo y con sus limitaciones, mientras el pequeño Groot hace de las suyas. Los gags físicos y gestuales van al mismo ritmo que los diálogos y hace que todo fluya de manera natural. Y marca la dinámica del film aunque necesariamente baje el ritmo para introducirnos en la historia. Cuando lo hace, se nota que las relaciones en el equipo están afianzadas y hasta un tanto contagiadas entre sus miembros, Peter Quill (Pratt) sigue siendo el payaso y Gamora (Saldana) la sarcástica compañera pero el humor de Drax (Bautista) definitivamente es mucho más verborrágico y mordaz. Su incapacidad para interpretar sentimientos fue reemplazada por una versión tan cruel como divertida de sí mismo que no pierde ocasión para sincerar lo que lleva dentro aunque eso nunca termine siendo algo amable o cordial. Por otra parte, Rocket (Bradley Cooper) repite al belicoso de la primera parte pero con una relación paternalista con el Baby Groot que derrocha ternura y gracia por igual. De los personajes nuevos, Mantis (Pom Klementieff) que ya desde el tráiler logra arrancarnos una risa, es la que tiene una simbiosis absoluta con Drax y le dará el pie justo para que se luzca por sus características que le brindan hipersensibilidad. Luego Ego (Kurt Russell), como el padre de Peter, será el ancla y quien aporte el peso de la solemnidad de la historia que sin algo que justifique las acciones y brinde peligro, correría serio riesgo de convertirse en una sucesión de secuencias de hilaridad sin sentido. Buenos momentos también nos brindan el personaje de Sylvester Stallone, aunque de brevísima aparición, y el de Michael Rooker cuyo lucimiento y peso en la historia será bastante mayor que en la primera.
Claro que no todo es color de rosa (aunque la paleta esté casi toda entera en la sicodélica puesta en escena) y los huecos argumentales existen o al menos no le dan una cohesión a la historia, que no deja de entretenernos con un montaje paralelo entre situaciones casi inconducentes. Pero sería casi como preguntarnos hacia dónde lleva una montaña rusa y no permitirse disfrutar del trayecto. Jamás podría objetarse que Guardianes de la galaxia Vol. 2 deja de ser entretenida y es su mayor mérito. El humor es efectivo y eso basta, dados los resultados, y el resto podría mejorarse y mucho pero se nota con claridad que no está en la intención del director.
Si bien pudo apelarse a profundizar la relación entre Ego y Peter Quill dado el vínculo, se aprovechó la situación para crear un conflicto algo diluido que no atente contra la estética festiva del film. Aún en los momentos que podrían considerarse de mayor gravedad y sordidez se mantiene el humor y eso podría quitarle algo de seriedad, que el director se empeña en demostrar que no es necesaria para contar una historia que implica además de movimiento y humor, muerte y destrucción.
Guardianes de la galaxia Vol. 2 también se enmarca en el subgénero de las space opera, pero actualiza el concepto quitando la solemnidad. Lo más probable es que si le diesen a dirigir a James Gunn una de las secuelas de la saga de Star Wars, la convierta en una comedia espacial a mitad de camino entre una sátira de Mel Brooks (Spaceballs) y un episodio de los Looney Toons. Sería un buen experimento aunque no cambiaría el lacónico y electrizante “Yo soy tu padre”, pronunciado con tanta solemnidad y solvencia por Darth Vader por un “Yo soy Groot”.