James Gunn se despide de Marvel Studios (al menos momentáneamente) para desarrollar el papel de arquitecto en el Universo Cinematográfico de DC, no sin antes terminar la trilogía de «Guardianes de la Galaxia» en un extenso pero emotivo capítulo final.
Ya hemos escrito bastante sobre el agotamiento del cine de superhéroes y cómo esto empieza a reflejarse en los resultados en taquilla con las últimas producciones que llegan a la pantalla grande. El espectador promedio también empieza a sentirse agobiado con la gran oferta anual que parece mantenerse a pesar de los resultados recientes. Es por ello que el CEO de Disney anunció que iba a reducir el número de series y largometrajes por año para tratar de mejorar la calidad de las producciones.
Quizás el problema, además de la gran cantidad y el poco descanso entre un film y el otro, sea que no se les da la suficiente autonomía o libertad a los directores para impregnarle su sello o personalidad a las historias que se desarrollan. Pocos realizadores han podido hacerle frente a la maquinaria de Marvel a la hora de dirigir los proyectos. Probablemente el caso de mayor éxito sea el de James Gunn, que en 2014 se hizo cargo de la primera adaptación de «Guardianes de la Galaxia» para la compañía del ratón. Allí se notó que hubo una especie de autonomía para desarrollar la película y no estaba la presión de otros relatos, ya que estos personajes eran bastante desconocidos para el público mainstream. Así fue como Gunn pudo delinear la creación de una ópera espacial que se alejaba un tanto del género super heroico para acercarse más a las películas de aventuras y ciencia ficción al estilo de «Star Wars». Asimismo, incorporó su humor sardónico y por momentos bastante simple/funcional al mismo tiempo que construía una banda sonora ecléctica compuesta por varios hits de los ’60 y ’70, que le daba un agregado que la destacaba por sobre el resto. Distinto fue el caso de «Guardianes de la Galaxia Vol. 2» donde Gunn vuelve a replicar la fórmula exitosa de la primera parte y la vuelve más bombástica y absurda, dando un capítulo simpático, pero sin la frescura de la primera parte.
Ahora le llega el turno a la conclusión de esta trilogía que suena a una despedida momentánea de los personajes (al menos como grupo) hasta que a Marvel se le ocurra designar a un digno reemplazante para crear otras historias con ellos. En esta oportunidad, Gunn decide tirar toda la carne al asador y nos brinda uno de los capítulos más emotivos de los Guardianes con momentos tan logrados como conmovedores.
La película se sitúa tiempo después de los acontecimientos de «Avengers: Endgame» (2019) con esta banda de inadaptados instalada en Knowhere, llevando una vida tranquila, aunque con un Peter Quill (Chris Pratt) deprimido porque la versión alternativa de Gamora (Zoe Saldaña) no recuerda absolutamente nada de su relación pasada. Sus vidas no tardan en verse alteradas cuando el turbulento pasado de Rocket (Bradley Cooper) vienen a poner en jaque a la banda. Quill deberá poner su cabeza en orden si quiere salvar la vida de su mejor amigo y al mismo tiempo preservar la existencia de los Guardianes.
Esta tercera parte decide enfocarse en Rocket, en lugar de Star Lord como las dos anteriores, y no solo vuelve a darle cierta frescura al asunto, sino que además profundiza en el trasfondo de dicho personaje del cual no teníamos demasiada información en el pasado. Los Guardianes deberán salvarle la vida a Rocket que está al borde la muerte y defender al mapache de Adam Warlock (Will Pouter) y el Alto Evolucionador (Chukwudi Iwuji) que parecen decididos a cerrar con algunas cuestiones irresueltas del pasado que iremos viendo a medida que se desarrolla el relato con flashbacks desperdigados por todo el metraje.
Más allá del buen pulso de Gunn como director, su impecable timing para los gags cómicos y su destreza visual a la hora de mostrarnos las creativas secuencias de acción que posee la película, uno de los aciertos del director es apoyarse en sus personajes, sus motivaciones (parece algo básico, pero no siempre sucede en estas películas de superhéroes), y sus conflictos tanto internos como externos. Si bien Rocket y Peter tienen sus grandes momentos de lucimiento, también habrá tiempo para desarrollar las inquietudes de Drax (Dave Bautista), Mantis (Pom Klementieff) y Nebula (Karen Gillan). A su vez, si bien puede resultar algo forzada la inclusión del personaje de Adam Warlock, el villano de turno compuesto por Iwuji es un digno oponente para la ocasión y viene a revertir un poco la tendencia de antagonistas enclenques.
Por otro lado, tanto el diseño de producción, como el vestuario y una buena implementación del CGI contribuyen a crear este universo alucinante de planetas y criaturas diversas sin que las cosas parezcan falsas o deslucidas como en los más recientes relatos que dio Marvel. La banda sonora (en esta oportunidad agrega algunos temas de los ’90 y ’00) sigue siendo un componente esencial para la experiencia que propone la película y vuelve a ocupar un lugar preponderante.
«Guardianes de la galaxia Vol. 3» es un digno cierre para la trilogía pergeñada por James Gunn. Si bien sobre el final se anticipa que algunos personajes volverán en un futuro, es probable que este equipo no vuelva a aparecer con la misma formación. El futuro de Marvel es incierto (más si vemos la falta de norte en su última fase) pero la realidad es que, si encuentran la forma de darle la soltura necesaria a sus directores para que desarrollen las historias que quieren contar, probablemente se encuentren con relatos como este donde el llamado a la aventura parece legítimo y motivado gracias a un fuerte apoyo en sus personajes, sus conflictos y en la emotividad que se desprende de ellos. Estos personajes imperfectos no buscan una forma vacía de salvar al universo, sino que buscan salvarse a ellos mismos (a sus amistades) y en ese microcosmos es donde terminan sacando la nobleza para salvar a los demás.