Otra película de Marvel inunda la cartelera. Una vez más, James Gunn se coloca detrás de cámara, indicado como el responsable directo de la apuesta de Kevin Feige y del curso cinematográfico que han tomado los personajes creados por este. Feige deposita en el director de “Escuadrón Suicida” la confianza suficiente como para otorgarle poder absoluto sobre la estética, la música y el sentido de la historia. Dos horas y media de duración vertebran una mixtura de aventura espacial, comedia de superhéroes y acción con toques de sci-fi añejo. Lo bizarro y lo imaginativo confluyen, nutriéndose de continuas referencias a las anteriores películas, aspecto que posibilita la comunicación dentro del microuniverso gestado por “Guardianes…”.
En 2014 se estrena el primer volumen, rebosante de humor ácido y sarcástico, un cinismo que es ADN de base para Marvel, y que congenia con emotividad. Es el espíritu que impregna el relato por completo. Una década después, el cierre de una trilogía implica lo épico y colosal y ciertos preceptos a los que Gunn no está dispuesto a renunciar. Sin ser un spin off o una secuela, se dedica el film a narrarnos eventos anteriores, linkeando anteriores entregas. Misiones, enfrentamientos y combates, en pos de salvar a los de la propia especie, resultan la fórmula que termina cerrándose sobre sí misma. Más estereotipos y convenciones aguardan: el villano indispensable. Se plagan secuencias de espacios visualmente estimulantes, mezcla de CGI y de efectos prácticos en la búsqueda de atmósferas convincentes. Lo estéticamente reconocible subyace en sus criaturas, y la flamante secuela delinea características del cosmos que habita sin mayores riesgos, pero en seguro confort. Un estándar de lo que el fan espera.
De inmediato al estreno del film, la despedida de Gunn del universo Marvel acaparó las noticias cinematográficas, una vez convertido en el próximo arquitecto del DC comics. El futuro de “La Liga de la Justicia” está en manos de uno de los directores más redituables dentro el cine comercial americano contemporáneo