United colors of Justicieros
La franquicia de Marvel no deja de aportarle viejos y nuevos héroes a su formato cinematográfico. En el caso de los Guardianes de la galaxia, se trata de un puñado de desquiciados personajes con superpoderes que tratarán de revindicarse de sus pecados y convertirse en salvadores del universo. Nada demasiado novedoso, pero tampoco muy transitado en este terreno, y en esta nueva traslación fílmica de un cómic, el resultado es sumamente atractivo, pese al escaso conocimiento de los justicieros galácticos elegidos para recrear.
Se trata de unos inadaptados sujetos multirraciales que abarcan un amplio rango dentro de los reinos animal y vegetal. Como Groot, un enorme árbol regenerativo humanoide; Rocket, poderoso mapache parlante e inteligente; Gamora, la letal villana de piel verde; el tatuado y fornido Drax El Destructor, y Peter Quill, el único y corajudo humano, cazarrecompensas y consumidor de música retro, que irá aglutinando al heterogéneo y marginal grupo.
Parte de esta mitología apareció en una edición de la marca en 1969, pero bien entrado el nuevo siglo se reconfiguró en una generación de guardianes que se ha versionado en este enérgico, humorístico y centelleante film en 3D. Ambientada mayormente en el espacio y muy alejada del universo de Los Vengadores, Guardianes de la galaxia es más un film de supervillanos que combaten entre ellos que de superhéroes, e integra la aventura, la ciencia-ficción y un ácido humor a su entretenido cóctel audiovisual. James Gunn, un cineasta con pocos antecedentes, maneja toda esa mixtura con enorme capacidad y gran dinamismo.
Un fulgurante grupo de intérpretes termina de amalgamar el producto. Además de los buenos protagónicos de los cinco renegados-guardianes, entre los que se destacan Chris Pratt y la voz de Bradley Cooper como el mapache, aparecen talentos como los de John C. Reilly, Glenn Close y Benicio del Toro. Héroes casi desconocidos e inesperados, pero muy disfrutables.