Tras el éxito conseguido con las películas de sus personajes más populares (y, sobre todo, con The Avengers: Los Vengadores, el film que los reunió), Marvel buscó en lo profundo de sus archivos para recuperar otro grupo de superhéroes: los Guardianes de la Galaxia. Nacidos en enero de 1969 y con varios intentos de reciclaje posteriores, estos renegados recobraron cierta popularidad en 2008 a partir del cómic de Dan Abnett y Andy Lanning.
Y así llega la película con la que la productora (propiedad de Disney) intenta lanzar una nueva saga (ya se anunció la secuela con estreno para julio de 2017) y, por lo tanto, una nueva plataforma para merchandising, franquicias y subproductos. La buena noticia es que Guardianes de la Galaxia es un largometraje competente, simpático y eficaz. La mala, es que -salvo el irresistible Peter Quill que interpreta Chris Pratt (visto en la serie Parks and Recreation)- no parece haber otro personaje lo suficientemente atractivo como para sostener films "individuales", como sí los tienen Iron Man, Thor o Capitán América.
Pero las comparaciones esta vez habría que hacerlas más con Star Wars (no casualmente otra reciente adquisición del grupo Disney) antes que con The Avengers. Guardianes de la Galaxia tiene que ver más con la estética y el tono de la creación de George Lucas que con el estilo de Joss Whedon. Es más, por su apuesta permanente al humor y a la nostalgia precoz de la cultura pop (citas a Footloose o el uso gracioso de temas como "O-o-h Child" o "Cherry Bomb"), estamos más cerca de un exponente de clase B (con un presupuesto de 170 millones de dólares, claro) que de la típica superproducción solemne, pretenciosa y de alto impacto.
En ese sentido, mucho tiene que ver el amor por el costado más freak del cine de género (y por la estética del cómic) que profesa el director y coguionista James Gunn, formado en las huestes de la productora de cine fantástico de bajo presupuesto Troma y realizador de esa película de culto que es Súper.
La historia en sí no tiene grandes hallazgos ni sorpresas. Hay un prólogo ambientado en 1988 que sirve para conocer el trauma del pequeño Peter Quill tras la muerte de su madre a causa de un cáncer. La acción salta 26 años con Peter (a quien luego se conocerá como Star-Lord) convertido en ladrón y Don Juan. Como en las otras películas de Marvel (recuerden el Teseracto) aquí hay un orbe (una esfera que contiene un poder inmanejable) que pasará de mano en mano y que será el germen de la conformación de los Guardianes.
Además de Quill, integrarán este equipo una experta luchadora como Gamora (Zoe Saldana), un gigante musculoso como Drax (Dave Bautista) y dos criaturas "digitales": el arbóreo Groot (la voz de Vin Diesel que se limita a decir "Soy Groot") y el cínico e inteligente mapache Rocket Raccoon (la voz de Bradley Cooper). Y están, claro, los más o menos malos (como el pirata Yondu que compone Michael Rooker) y los muy malos como Ronan (Lee Pace) o Thanos (Josh Brolin). Y grandes actores en papeles menores, como John C. Reilly, Glenn Close o Benicio Del Toro.
En definitiva, Guardianes de la Galaxia resulta no sólo una ingeniosa apuesta de marketing para ampliar horizontes comerciales sino también un más que digno producto con suficientes atractivos y niveles de lectura como para que lo puedan disfrutar desde los más pequeños hasta los adultos, pasando -claro- por ese target fundamental por su fidelidad: los adolescentes.