Freaks and Geeks.
La expansión del universo Marvel es simultánea a la cantidad de personajes que se suman película tras película, dejando atrás la figura del héroe que lucha contra el crimen de forma individual para asentar la idea de grupo y a su vez cruzar a estos superhéroes unos con otros, incorporando cada nueva subtrama dentro de otra, como si de muñecas rusas se tratara. Y tal como pasa en los cómics. Pero encarar ese traspaso a la pantalla grande, de forma industrial y a la vez artística, es algo riesgoso y extremadamente difícil de lograr, porque requiere más que un técnico. Este proceso requiere de un director con una visión y una sensibilidad particular. Por eso, cuando este milagro del cine sucede, obsequia grandiosas películas como Capitán América y el Soldado del Invierno, Los Vengadores, X-Men: Días del Futuro Pasado y el último ejemplar que nos convoca, dirigido por James Gunn.
Porque al igual que Los Vengadores, Guardianes de la Galaxia se toma su tiempo para darle a cada uno de sus personajes el peso dramático que le corresponde a nivel historia y el tiempo que merece en pantalla. Gunn articula su película alrededor de la cultura ochentosa y se pone el traje de anfitrión de un gran baile que incluye una fuga de prisión al ritmo de The Piña Colada Song.
Entonces, estamos ante una película que además de ser generosa, tiene un corazón gigante y una sensibilidad épica que apuesta a echar raíces en los pequeños detalles. Gunn retrata la historia de cinco outsiders, perdedores, mercenarios, héroes subversivos: Peter Quill, Gamorra, Drax, Groot y Rocket, quienes marcados por sus respectivos traumas, han dejado sus vidas congeladas en determinada época. Gunn deja esto bien claro mediante el objeto-símbolo que elige para construir al líder del grupo: un cassette.
Con Come and Get Your Love de Redbone marcando el tono de la película sobre los créditos iniciales, el protagonista -cuyo héroe es el Kevin Bacon de Footloose- baila mientras Gunn nos imprime para siempre en la retina las imágenes que serán a partir de ahora definitivamente inseparables de cada uno de los temas que conforman una de las mejores bandas sonoras del año. La música ocupa un rol tan importante que hasta el enemigo se construirá en base a lo que significa para el protagonista. Por eso, no será considerado villano solamente quien oponga su fuerza contra el objetivo de Star Lord; sino todo aquel que no comparta su “código McCormack” de vida.
Gunn puede darse el lujo de sobreponer su sensibilidad a la estructura de la película para explorar qué nos sucede a nivel sensorial con el choque entre los efectos especiales y la banda sonora repleta de clásicos de los ochenta. De ese cruce galáctico resurgen como una alteración genética todos los héroes clásicos del cine y nuestros cerebros comienzan a tejer conexiones mientras vemos a Zoe Saldana en la nave al lado del "Capitán" o lejanos tintes de una Oz futurista en Xandar.
Lo realmente novedoso de la película es el uso que hace James Gunn de sus referentes de la cultura pop, que al entrar en contacto con su propia visión del mundo y del cine, crean algo único: la esencia de la película, que se encuentra en ese carácter de recuerdo encapsulado, ese rebobinado constante que inconscientemente realizamos una y otra vez y que Gunn sabe cómo despertar. Cómo traer nuestros recuerdos del pasado y revivirlos para darles incluso más vigencia y fortaleza, de la forma que lo hace al comienzo, con planos que nos retrotraen al inolvidable inicio de Los Cazadores del Arca Perdida.
Guardianes de la Galaxia viene a ser una bisagra entre dos dimensiones (pasado- presente) que se propone -y logra- trasladar al espectador al pasado mediante el futuro del cine. Es cine digital relleno de cinta magnética y James Gunn, el guardián del orbe más poderoso del universo: nuestros recuerdos.